Diez poemas de Friederike Mayröcker Saltana Revista de literatura i traducció A Journal of Literature & Translation Revista de literatura y traducción
Retour an Dich mein Totes Kind
ich habe ein Kind das liegt begraben
mit zwei blauen Augen-Augen
zwei Augen von der Farbe des Riechfläschchens
und die Reiszvögel aus Äthiopien scharen sich
um seine zwei blauen Augen um sie auszupicken
und die kleinen Schwäne aus Seckau
die zur Taufe kommen wollten
sind zurückgeflogen
mein schönes totes Kind ist auf mir gelegen
und hat über mir geatmet
und ich hörte seine langen schlafenden Züge
und es ähnelte dem Blätterrauschen in den Sommerbäumen
als es und ich unter den Dächern jener Sommerbäume hockten
und die edelsteingrünen Blätter rauschten
und es schaute mich an aus seinen blauen Augen
und dann rauschten die Bäume noch immer und rauschten:
es wird bald gestorben sein ..
und dann bahrten wir es in der Kirche auf
und es hatte nur ein kleines Fensterchen
aus dem schaute es heraus
es ist mein Kind
und es hiesz wie der blaue Himmel und die Rosenwolke
und der Morgenwind im Frühling und die Blätter im rauschender Wipfel
und die Narzisse und der schönste Tag
und obwohl ich ihm die Augen zugedrückt hatte
hoben sich die Lider immer wieder
es hatte blaue Augen und eine kleine runde Nase
und einen halb offenen Mund mit zwei schönen Zähnen
es war ein Knabe
und es war ein Geschenk wie ich nie vorher eines bekommen hatte
ich liebe es über alles
es ist tot
es kommt nie mehr zurück
in meinen linken Arm in meinen rechten Arm in meine beiden Arme
an meine Brüste auf mir liegend ich über es gebeugt
alle Vögel alle Bäche alle Steine alle Wolken und der Rauch
kommen ans Fensterchen und schauen mein totes Kind an
ich winde ihm einen Kranz aus wildem Löwenzahn
ich flechte ihm ein weiches Körbchen für sein Gesicht
ich werde seine blauen Augen einpflanzen in die Erde
wie ein Paar Krokusblumen
seine blonden Haare vergieszen
seine Nase seinen Mund seine Haut verstreuen
seine Knie und Schenkelchen
seine Nägel seine rötlich blonden Stellen in der Armbeuge
er spielte mit kleinen lockenmähnigen Pferdchen und Eselchen
mit geringelten Schnecken am Weg
und blies ins Schneckenhorn
und setzte sich die Schmetterlingsfühler lustig auf
und teilte mit den Fliederbüschen
die Regenwolken und die schönsten satten Siesta-Wolken und Balkone
kannte er mit Namen
und schrieb wie Miró auf sie: »s 5«, »s 5«, »s 5«, und immerfort
vieles überschlug er
und er wagte die tollsten Sprünge von einer Schafschnauze zur ändern
bis die Wolle immer zerraufter wurde
er kräuselte gern das Wasser mit der Hand
und ich nähte seine Frisur zurecht
er zog die schwarze Flagge hervor
und versetzte seiner Gabel einen Schaft
schickte sie nach dem sanftschweifenden Osterlamm
und ging durch die punktierte Rundung eines reifen Schneeballstrauchs
oft ging er fort mit meinem blauen Schirm
ich rief ihm nach und weinte über seine Süsze

(er ist tot er ist mein alles)




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Retorno a ti mi niño muerto
Traducción de Héctor A. Piccoli
Tengo un niño yace enterrado
con dos ojos-ojos azules
dos ojos del color del pomito de olor
y las aves trizadoras de Etiopía acuden en bandadas
en torno a sus dos ojos azules para arrancarlos con sus picos
y los pequeños cisnes de Seckau
que querían venir al bautismo
se han vuelto volando
mi bello niño muerto yace sobre mí
y encima de mí ha respirado
yo oía sus largos alientos dormidos
parecía el murmullo de las hojas en los árboles estivales
cuando bajo la techumbre de esos árboles él y yo nos acuclillábamos
y las hojas verde esmeralda murmuraban
y él me miraba desde sus ojos azules
y los árboles seguían murmurando luego y murmuraban:
pronto estará muerto.
pusimos luego en la iglesia su ataúd
tenía tan sólo una pequeña ventanita
por la que él miraba hacia afuera
es mi niño
y se llamaba como el cielo azul y el arrebol
y el viento matinal en primavera y las hojas en la copa murmurante
y el narciso y el más bello de los días
y aunque le había cerrado los ojos
los párpados volvían y volvían a elevarse
tenía ojos azules y una redonda naricita
y una boca entreabierta con dos hermosos dientes
era un varoncito
era un regalo como jamás lo había antes recibido
lo amo por sobre todo
está muerto
ya no volverá jamás
a mi brazo izquierdo a mi brazo derecho a mis dos brazos
a mis pechos yaciendo sobre mí yo inclinada sobre él
las aves todas los arroyos todos las piedras todas las nubes todas y el humo
vienen a la ventanita y contemplan a mi niño muerto
yo le tejo una guirnalda de diente de león silvestre
le entrelazo un suave cestillo para el rostro
plantaré sus ojos azules en la tierra
como un par de flores de azafrán
derramaré sus cabellos rubios
esparciré su boca su nariz su piel
sus rodillas y muslitos
sus uñas sus lugares rubicundos en los pliegues del codo
jugaba con pequeños caballitos y borriquillos de crin rizada
con espiralados caracoles a la vera del camino
y soplaba en sus cuernos
y se posaba gozoso las antenas de las mariposas
y compartía con las lilas
las nubes de lluvia y a las bellísimas nubes saturadas de la siesta
a los balcones los conocía por su nombre
y como Miró escribía en ellos: »s 5«, »s 5«, »s 5«, y sin cesar
salteaba muchas cosas
y arriesgaba los saltos más osados de hocico a hocico de oveja
hasta que la lana se desgreñaba más y más
le gustaba encrespar el agua con la mano
y yo arreglaba cosiendo su peinado
él sacaba hacia adelante la bandera negra
y a su horquilla le ponía un asta
la mandaba a buscar el cordero pascual de mansa errancia
e iba por la punteada curvatura de un arbusto maduro de viburno
se iba a menudo con mi sombrilla azul
yo gritaba detrás de él y lloraba por su dulzura

(él está muerto él es mi todo)




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