Saltana Dos 'discursos' de traductores de la Ilíada (ss. XVIII-XIX) Revista de literatura i traducció A Journal of Literature & Translation Revista de literatura y traducción
NOTA EDITORIAL
Ignacio García Malo (1760-1812) siguió la carrera eclesiástica y fue secretario del cardenal Antonio de Sentmenat, así como empleado de la Biblioteca Real entre 1789 y 1798. Durante la guerra de la Independencia, participó en la resistencia contra los franceses como funcionario de la secretaría de la Junta Central y luego de la intendencia del ejército de Baleares. Amigo de Leandro Fernández de Moratín, publicó una colección de «anécdotas morales e instructivas», La voz de la naturaleza (1787-1792), además de escribir dos tragedias, Guillermo de Hanau (1786) y Doña María Pacheco, mujer de Padilla (1788), y un libreto operístico, Glaura y Coriolano, que sería representado con música de José Lidón. Su traducción de la Ilíada es la primera versión completa realizada en castellano. Editada por primera vez en 1788, la traducción se reimprimió en 1799 y 1827, pero quedaría relegada al olvido al popularizarse la que realizó Gómez Hermosilla, publicada en 1831. No fue su única actividad en el campo de la traducción: también tradujo Pamela, la novela epistolar de Samuel Richardson, a través de la versión francesa del abate Prévost; la Escuela de costumbres de Jean-Baptiste Blanchard, un jesuita que intentó adaptar a la educación cristiana las ideas de Rousseau; El Plutarco de la juventud de Pierre Blanchard, un compendio de biografías; y Demoofonte, un libreto operístico de Pietro Metastasio. La presente reproducción del discurso preliminar a la traducción de la Ilíada sigue la grafía del original impreso, que presenta numerosos errores ortotipográficos. (S)
 
Mucho tiempo hace que exercítandome en la lectura de Homero, por curiosidad, comencé á traducir en prosa algunos pasages de la Ilíada. Juzgué que la locucíon prosáyca carecía de fuerza para exprimir la maravillosa armonía de su versificacíon, su hermosura, grandeza y sublimidad, y me dediqué á traducir el Libro primero en verso endecasílabo. Aun entonces conocí muy bien lo ínferior que quedaba al original, y la suma díficultad de acercarme á una version literal y exacta; así por la diferencia de los Dialéctos de que usa Homero, como por la oscuridad y neutral ínterpretacion de sus expresiones tan vivas, animadas y armoniosas, que no tienen equivalentes en los idiomas modernos. Acobardado de estas y otras muchas dificultades insuperables mi corto talento, desistí de la empresa, hasta que viendo este primer Libro algunos amigos inteligentes y aficionados á la Poesía me estímularon con la mayor viveza á que continuase la traduccion, respecto de no haberse publicado ninguna asi en nuestro idioma (no obstante las muchas que se han hecho en casi todas las Naciones de la Europa), persuadiendose que aunque tuviese varios defectos, no dexaría de ser util á los que ignoran la lengua Griega, y en algun modo dísculpables, por ser la primera que salia á luz.

Animada algun tanto mi cobardía con estas y otras reflexiones: sintiendo vivamente, que entre tantos como ahora escriben, nínguno emprendiese la traduccíon de una Obra tan recomendable, que es la mas antigua despúes de los Libros Santos; y deseando dar en nuestra lengua á lo menos una idéa de esta maravillosa produccion del Padre de la Poesía Epica, junté los mejores comentarios y traducciones de diferentes idiomas, y aprovechandome de sus observaciones y trabajo, y consultando á algunos sugetos hábiles en la materia, me resolví á continuar en verso mi traduccion, arreglandome en lo posible al original, y conservando, en quanto mi talento poético ha alcanzado, su magestad, grandeza y naturalidad; persuadido de que mis sabios compatriotas no me graduarán de temerario por no haber traducido con perfeccion una Obra tan intrincada y dificultosa, quando no tenga otro mérito que el de ser el primero que la ha expuesto á la censura pública, y el de dar ocasion á otro talento superior para que se anime á mejorarla.

No es empresa tan facil como algunos creerán la traduccíon de los Poëmas de Homero, quando el mismo Virgilío, que supo aprovécharse tanto de los principios de este hombre célebre: que imitó tan diestramente la Ulisea en los seis primeros cántos de su Eneyda , y en los otros seis la Iliada; y que finalmente, es innegable qúe le escogió por su maestro, dice: Facilius esse Herculi clavam, quam Homero verso subripere, no obstante la mayor conexïon de la lengua Latina cón la Griega, la disposicion y licencias del verso de aquella, y la magestad, energía y hermosura que se descubre no sola en su Eneyda, sino en otros Poemas Latinos.

Sin embárgo de ser la lengua Latina mucho menos embarazosa que la Griega, se sabe que es sumamente difícil hacer pasar sus bellezas á nuestro idioma; y por lo mismo se sabe tambíen la variedad con que se explican los Traductores de la Eneyda de Virgílio. La traduccion en prosa atribuida á nuestro docto P. Fr. Luis de León, la hecha en verso por Gregorio Hernandez de Velasco, y la de D. Juan Francisco Enciso Monzón, cotejadas una con otra presentan al entendimiento menos ilustrado una prueba incontrastable de lo difícil que es traducir las Obras de los dos grandes Poetas que florecíeron en Gracia y en Roma; sin embárgo de no ser dudable que estos Traductores sabían bien la lengua Latina, y que pudieron hallar, y seguramente hallarían mayores auxilios para penetrar el sublime espíritu de Virgilio, que los que yo he podido encontrar para percibir enteramente el de Homero. La Ulisea traducida en verso Castellano por Gonzalo Perez, tambien puede deponer en mi favor; y finalmente, no hay mas que ver las diversas traducciones, antiguas y modernas, de la Iliada y Ulisea, hechas en Latín, Italiano, Francés, Inglés y otros idiomas, y no dudo que qualquíera que tenga esta curiosidad, hallará que no obstante estár la mayor parte en prosa, hay entre ellas una notable diferencia. Esto nace, segun reflexion de muchos Erudítos, de ser imposible trasladar á níngun idioma moderno el valor de las expresiones Griegas, que pintan de un solo rasgo lo que exige muchas palabras en las de todos los demás Pueblos. Un término basta para representar un monte cubierto de árboles cargados de hojas, ó un Dios que lanza á lo lexos sus flechas, ó las cimas de los peñascos heridas de los rayos. No solo esta lengua tiene la ventaja de llenar la imaginacion con una sola voz, como el epíteto merops, que son dos simples sílabas, dado por Homero en el v. 250 del Libro primero de la Ilíada á los hombres que hablan con voz articulada; sino que cada palabra tiene cierta particular melodía, que encanta el oído, al paso que enriquece el espíritu con magníficas pinturas; y por esto qualquiera traduccíon poética será debil y pobre, como si con pedernales y adobes quisiesemos imitar los palacios de Porphyro. Además de esto tiene la lengua Griega otras muchas ventajas, ya por la abundancía de frases y de construcciones, ya por la variedad y multitud de sus Dialéctos, y la facilidad de adaptarse á toda especíe de composicion, y á todos los genios y caractéres.

Para prueba irrefragable de esta verdad, aunque tan notoria, pondré aquí un solo exemplo corto (con el fin de no molestar demasiado á mis Lectores), que creo será suficiente para aquietar algunos espíritus, mal contentos de las producciones agenas, muy fechos de las suya, y que tienen fluxo de criticar aun lo que no entienden, sin reflexionar que: Il est bien aisè de reprendre, mais mal aisè de faire mieux. Este será los versos 528, 529 y 530 del Libro primero de la Iliada, imitados por los mejores Poetas, como diré mas adelante. Pondré el texto en carácter vulgar, para que los que tengan buen oído, aunque no sepan el Griego, puedan percibir alguna cosa de su magestad y nobleza.

»E', çę cyaneisin ep' ophrysi neuse Cronion:
»Ambrosię d' arà chętę eperrosanto anactos
»Cratos ap athanatìo, megan d'elelixen
»Olympon.

Traducción literal.

Dixo, y con sus cerúleas cejas hizo
una señal Saturnio: los cabellos de ambrosía se
agitaron en la inmortal cabeza del Rey, é hizo
temblar el grande Olympo.

Traducción del célebre Cunichio.

Sic ait & capite atque oculis annuit: almam
Ambrosius fluxit per frontem, & regia cranis
Tempora: contremuere arcis, & culmina Olympi.

La del Mexicano Alégre.

Sic ait, & quassans caput immortale, per ora,
Perque humeros fluxere comae, & tremit altus Olympus.

La del Pope.

He spoke, and awful bends his sable browns,
Shakes ambrosial curs, and gives the nod,
The estamp of fate, and sanction of the God,
High heaven with trembling the dread signal took,
And all Olympus to the cenne shook.

La del Rochefort.

Il dit, & fait mouvoir ses sourcils redoutables,
Ses cheveux ondoyans en replis innombrables
Se dressent lentement sur son front radieux,
Il ebranle Olympe, & fait trembler les Dieux.

La de prosa de Madama Dacier.

En même temps fit un signe de ses noirs sourcils : les sacrès cheveux furent agitès sur la tête immortelle du Dieu, & il ebranla tout l'Olympe.

La del Salvini.

Disse : e la prole di Saturno fece
Dal suo ceruleo sopracciglio cenno.
Crolló l'immortal testa , e le divine
Chiome dell' alto Sir diero una scossa,
Onde tutto tremonne ii vasto Olympo.

Otra italiana anónima.

Disse: e cot nero sopracciglio Giove
Fe' cenno; e nel crollar l'augusto capo
Le immortali sue chiome s' agitaro:
Onde tutto si scosse il grande Olympo

La del Mr. Bitaubé.

Il incline à ces mots son front auguste. Sa divine chevelure s'agite sur sa tête immortelle; tout l'Olympe s'emeut & tremble.

La de Mr. Gin.

Il dit: éleve & baisse ses noirs sourcils; la chevelure du Maitre des dieux, flotant sur sa tête immortelle, repand au loin une odeur d' ambroisie ; le vaste Olympe est ébranlé.

La del famoso Abate Cesarotti.

........................Ei disse,
E già declina maestosamente
L'imperiose ciglia: alto squassarsi
Le stillanti d'ambrosia auguste chiome
Su la testa immortal: sentì l'Olympo
Il cenno onnipossente , e traballò.

La mia.

Dixo asi; y el Saturnio mover hace
Sus formidables cejas. Los cabellos
Que ambrosía destilan se estremecen
En la inmortal cabeza del Tonante,
Y hace tiemble el Olympo en este instante.

Yo he traducido este pasage no en todo conforme al original, porque el epiteto formidables del Rochefort, da una idea mas clara y caracteristica de la divinidad que el cyaneisin (ceruleas) del texto; y en lugar del eperrosanto, he puesto se estremecen, por parecerme el verbo mas significativo en nuestro idioma para exprimir el movimiento impetuoso de los cabellos, aunque tenemos agitar, conmover, sacudir, &c. de que echar mano. Tambien he puesto hace tiemble el Olympo, porque el elelixen del texto es verbo activo, y el tremit del Alégre es neutro; y por consecuencia, de aquel modo la imagen poetica, que representa la accion del Numen, se expresa mucho mejor con el verbo activo, que con el neutro.

Tambien me parece oportuno poner aqui unos versos de la Ulisea, notados por su mecanismo expresivo, y traducidos por nuestro Gonzalo Perez, para que los inteligentes y curiosos cotejen la armonia de unos versos con otros, y perciban mas bien lo sumamente dificil ó imposible, que es imitar la del texto; y por la razon que antes he dicho los pondré con caractéres vulgares.

»Cę men Sysiphon isidon crater' alge' echonta
»Laan bastazonta pelorion amphoteresin.
»Eti o men scheriptomenos chersinte posinte,
»Laan ano othesce lophon. All' ote melli
»Acron hyperbalein, tot' epistrepsasce cratę' is,
Autis epita pedonde cylindeto laas anedes.

Traducidos en prosa vienen á decir asi:

Y aqui vi á Sísyfo que padecía ásperos trabajos, llevando un enorme peñasco con ambos brazos; allí con todo el esfuerzo de las manos y de los pies empujaba la piedra ácia la cima; pero quando estaba para superar la cumbre, la rechazaba una extraordinaria fuerza, y de nuevo rodaba al suelo el peñasco importuno.

Traduccion en verso de Gonzalo Perez.

A Sísyfo vi allí , que padecía
Un inmortal trabajo, que llevando
Con ambas manos un peñasco grande
Por un monte enriscado, forcejabaon manos y con pies, por allegarle
A la mas alta cumbre; y quando estaba
Muy cerca de llegar, se le caía
Con una furia grande al desdichado
Al pie de la montaña de lo mas llano.

Estos exemplos confirman palpablemente lo que llevo manifestado, pues cotejadas todas las referidas traducciones con el original, se hallará la notabilísima diferencia de la armonía del verso, y la variedad con que traducen unes y otros; ya valiendose de la licencia poética, y ya queriendo imitar la expresion armoniosa del texto. Todos estos Traductores son muy respetados por mí, para atreverme á criticarlos, y dexo esta empresa á los inteligentes; pues confieso con sinceridad que desearía fuese mi traduccion tan apreciable como la de menos mérito de las que he citado. Solo sí diré que en ninguna me parece se halla la armonía imitativa del eperrosanto anactos Cratos ap' athanatio, que tanto brilla en el original. Si bien se considera no debe causar admiracion, porque de una lengua tan magestuosa, armoniosa, significativa, abundante, hecha casi á propósito para la Poesía, y manejada por el primero y el mayor de todos los Poetas, es quasi imposible, ó imposible del todo, trasladar á otro idioma su elevacion, hermosura, expresion y grandeza; pues aunque el de los antiguos Romanos es magestuosísimo, elocuente, expresivo y conciso, no le iguala ni en hermosura, ni en abundancia, ni en precision, ni en entusiasmo, ni en significacion, y mucho menos el Italiano, Inglés, Francés ó Español.

Estoy muy lexos de pensar que haya llegado yo á imitar la armonía del texto en alguno de mis versos, aunque he procurado hacerlo, porque sé que no hay poesía sin pintura y sin música; y creo que debe reputarse por el mas célebre Traductor de Homero el que alcance á imitar mejor su expresion armoniosa, que es lo que hace mas admirables sus versos. Pero ¿cómo es posible imitar en otro idioma el mecanismo expresivo: v. gr. de los versos citados de la Ulisea, el 34 del Libro primero de la Iliada, quando Chryséo va magestuosamente por la costa del mar estrepitoso: el 43 y siguientes del mismo Libro, quando Apolo baxa irritado desde las cumbres del Cielo: el 101, quando pinta á Agamenón que se levanta enfurecido contra Aquiles: el 188, quando Aquiles fluctúa entre la razon y el furor: el 247, quando pinta la agradable y rápida elocuencia de Nestor: el rododatylos Eos del verso 476: el 481, en que describe la navegacion velóz y próspera de Ulises: el 490, donde pinta á Aquiles retirado, y lleno de íra en sus naves: el 87 del Libro segundo, en que compara con las Abejas á los Griegos saliendo de sus naves: el 311, quando el Dragon devora los paxarillos; y asi otros infinitos que sería largo referir? Estos versos 311 y siguientes tienen el mas expresivo y natural artificio. Las dos voces petalis hypopepteotes del verso 312, son de una viveza y armonía inimitable. El sonido de las tres p, que tropiezan una con otra, representa vivísimamente el embarazo de los pobres paxarillos, que queriendo echar á volar, vuelven á caer en el nido. El tetrigòtas, hace percibir á un mismo tiempo el pio pio de los paxarillos, y el rechinamento de los dientes del Dragon al devorarlos. El meter d' amhepotdàto odyromene phila tecna, pinta con el primer emistichio el vuelo alrededor, y con el segundo el gemido y agonía de la madre; y el 316, Tend' elelixamenos pterygor laben amphiachyan, representa á lo vivo la accion del Dragon al volverse á la Páxara, que piaba como lamentandose, y al cogerla de la ala. Qualquiera que haga estas observaciones con exactitud en Homero, hallará en muchos de sus versos aquella armonía sensible, y expresion pictoresca que habla á un mismo tiempo al oído, al corazon y al espíritu; y conocerá quanta viveza, expresion y gracia prestará al estilo poëtico una lengua tan compendiosa, expedita y agradable, como la Griega.

Si yo hubiese hecho la traduccion de la Iliada para mí solo, ó para algunos amigos, tal vez me hubiera acercado mas á la armonía imitativa del texto; pero, aunque no ignóro que el Traductor en prosa debe ser un fiel copiante del texto, y que el Traductor en verso es émulo del original, sin embárgo como mi trabajo es para el Público, entre cuya multitud de Individuos, la mayor parte no se contenta de las traducciones, si carecen de fidelidad; me ha parecido mas conveniente acercarme á lo literal, en quanto lo ha permitido la medida y colocacion del verso, sujetando á veces mi imaginacion, inflamada por la expresion armoniosa del texto. Esto ha sido causa de que algunos versos sean algo prosáycos, ó mas lánguidos que otros, á lo que no ha contribuido poco la necesidad indispensable de ocupar mucho tiempo en esta traduccion, y la molestia de registrar con frecuencia las traducciones y comentarios, que á veces imprime cierta lasitud en el ánimo, ya por el fastidio que causa la continuacion de un mismo trabajo, y ya porque no siempre estamos exéntos de dolencias é indisposiciones, que adormecen el espíritu, y hacen que el numen poëtico no esté unas veces tan expedito como otras, y que se le resista la viva expresion de las imagenes. Por lo mismo no hay Obra larga en que no se encuentre bueno, mediocre y mala; y en la que no se verifique que aliquando bonus dormitat Homerus. A esto se añade la contraposicion de los usos y costumbres modernas con las antiguas, en cuya referencia no sentimos un deleyte tan vivo, mayormente leyendolas en nuestro idioma; porque muchas veces nos olvidamos de transportar la imaginacion á los siglos en que eran cultas y comunes, lo que no sucede quando se leen en el texto original, porque la misma lengua nos recuerda que se habla de las costumbres de los Griegos, y no nos parecen bajas, ni groseras, como suelen parecernos leyendolas en nuestro idioma.

Por estas y otras muchas razones que sería largo referir, ninguno pierde mas en las traducciones que Homero; pues todo es tan vivo y animado en sus Poesías, que Aristóteles dixo: Que éste era el único Poëta que supo inventar nombres y palabras, que tuviesen vida y movimiento. La dulce, suave y armoniosa melodía de sus versos, la conglobacion de epitetos graciosísimos, inimitables en qualquiera otra lengua; y finalmente, otras muchas cosas admirables, oscuras y dudosas, que se hallan en sus versos, hacen sumamente dificil su traduccion; y sin disputa alguna, aun el mismo Homero, si hubiese traducido sus Poemas en algun otro idioma, hubiera quedado muy inferior al original, como le sucedería á un buen Poéta que traduxese algunos versos suyos Latinos en lengua vulgar, pues sin embárgo de penetrar todo el espíritu de los primeros, no hallaría expresiones tan vivas y armoniosas, para trasladar su sentido y hermosura en los segundos.

Todas las lenguas tienen sus frases peculiares, y su respectiva armonía (particularmente la Griega y la Latina), y el copiar sus primores en otra, y mas siendo de verso á verso, es la empresa mas dificil aun para los mayores ingenios, pues no es posible tasar las sílabas de unos versos con otros, ni por mas cuidado que se ponga, coger un verso de una lengua, y mucho menos de la Griega y Latina, y trasplantarlo en otra con su misma cadencia, expresion y armonía, como se trasplanta una mata de Claveles desde un Jardin á otro. El que dude de esta verdad no tiene mas quehacer la prueba, y hallará inmediatamente su certeza. No lo digo yo esto, pues el docto P. Isla en su Prólogo á la traduccion del Compendio de la Historia de España, lo explica difusamente, y en él encontrará todo curioso razones tan poderosas, que convencen al entendimiento mas obstinado. Si asi se explica , tratandose de traducir la lengua Francesa, cuya expresion, fuerza, frases y armonía conocia y conocen muchos perfectamente, ¿qué hubiera dicho de la lengua Griega, de las Poesías de Homero, en cuya inteligencia han variado y varían tanto los intérpretes?

A esto se me dirá, que ¿cómo, conociendo yo todas estas gravísimas dificultades, insuperables á mi talento y luces, me he determinado á traducir la Iliada de Homero, Obra, sin disputa, mas dificil de traducir que ninguna otra? Pero responderé, para excusar ésta que algunos juzgarán temeridad, con varias razones. La primera, porque no habiendo traduccion alguna de la Iliada en nuestro idioma, quando en otros se han hecho muchas, me persuadí que por defectuosa que estuviese la mia, no dexaría de ser util á los aficionados que no se hallan en estado de leer el original: la segunda, porque sería mucha extravagancia, que los Pintores, porque no pueden llegar á la perfeccion que Rafaél ó Miguél Angel, no se determinasen á copiar sus pinturas, en que saben positivamente que han de quedar muy inferiores á los originales: la tercera, porque en las grandes empresas, aunque falten las fuerzas, es loable la osadía quando no resulta, ni puede resultar perjuicio ni á la Religion, ni á las Leyes, ni á las costumbres, ni al buen gusto, ni á la razon: la quarta, porque nunca me propuse hacer un Poëma como el de Homero, sino dar una idéa de su Iliada, en quanto es subsceptible nuestro idioma , manejado por mi corto talento poetico: la quinta, porque viendo algunos de superior erudicion y talentos, los defectos de mi traduccion, tal vez se animarán á corregirlos, y á publicar otra, que haga honor á la nacion, y que nos descubra mas la maravillosa hermosura de este preciosísimo monumento de la antigüedad, que en su original es conocido de pocos, porque el mayor número de erudítos, aunque tengan buenos deseos y aplicacion, tal vez no tienen proporcion ó tiempo, para estudiar la lengua Griega; y no pudiendo leer el original, ninguna utilidad se les sigue de que Homero haya sido un Poëta divino; y la sexta, porque al tiempo de emprender esta traduccion, hice entre mí esta reflexion: ¿No se contentan los Pintores y los hombres curiosos, que no han visto el Vaticano, con las láminas del célebre Volpato, que representan le Logge de Rafaél de Urbino; aunque saben que el buril no puede dar á sus Obras tanta elegancia ni hermosura, como el pincel y vivo colorido á las pinturas de un Artífice tan célebre, y admirado justamente de todos los hombres de buen gusto? ¿Se dirá que Volpato es un temerario por querer imitar con el buril, lo que Rafaél hizo cón sus colores y pincel? Me parece que sería esta objeccion la mas extravagante y temeraria. ¿Dexará de agradar su vista á los inteligentes, sin embárgo de que están persuadidos de que es una copia muy inferior? No hay la menor duda en que se aprecian mucho sus láminas, á pesar de la diferencia. Pues por la misma razon, los que no entiendan á Homero en su original, podrán hacer este paralelo, y sacar por mi poesía lánguida y fria, en comparacion de la de este hombre admirable, lo maravilloso y característico de las suyas, pues los que puedan leer con fruto el original, no necesitan de mi traduccion, ni les aconsejo que ocupen el tiempo en leerla quando pueden emplearlo con mucha mayor utilidad en la fuente abundante de donde los Poëtas, Historiadores, Oradores y aun Filosofos han bebido el arte necesario para ser grandes y sublimes cada uno en su genero.

Sirvanme estas reflexiones, con otras muchas que facilmente pudiera hacer, para disculpa de los defectos de mi traduccion, supliendo mi confesion ingenua la falta de mi talento, y las dificultades insuperables que trae consigo, no solamente la traduccion del verso Griego, sino la de otro mas inteligible y menos escabroso; y además puede considerarse la necesidad indispensable de acomodarse al estilo mas adaptado á la Nacion para quien se escribe: dificultad no pequeña para copiar un original tan antiguo. Por esto mismo, y porque estando nosotros acostumbrados á la rima, no nos llena enteramente el oído el verso blanco, especialmente en los finales, para dar alguna dulzura á mi traduccion, he puesto un dístico al fin de cada estrofa, con lo que cierran mas bien, y con mas suavidad, aunque muchas veces me he visto precisado á dar algun giro á la expresion del texto, para acomodarlo á rima, y á tomarme en estos versos mas licencias poëticas que en los otros.

Me parece que ya estoy oyendo á muchos presuntuosos ó superficiales decir que éste es solo un Prólogo Galeato, que conspira á mi justificacion, y á servirme de garante para la crítica. Muy diferente es á la verdad mi fin, y muy diverso mi modo de pensar; pues sería mucho amor propio, temeridad y locura, querer eximirme de la crítica, quando el mismo Homero y los Escritores mas célebres de todos los tiempos y de todas las naciones, no se han podido liberar de ella, porque tanto como los hombres nos diferenciamos en la estructura del cuerpo y facciones del rostro, tanto nos diferenciamos en el gusto y en las idéas; y por lo mismo, lo que á unos agrada, suele repugnar á los otros; y los defectos que á unos talentos son imperceptibles, son para otros mas iluminados, tan grandes y monstruosos, como el Caballo fabricado por los Griegos para introducirse en Troya. No es mi ánimo, y lo protexto con toda ingenuidad, desarmar la crítica juiciosa con este aparato, sí solo evitar la sátira que podria atraerme con razon la arrogancia de ostentar que mi traduccion era perfecta, que yo habia superado los inmensos obstáculos que han hallado otros grandes talentos; y que habia desempeñado este proyecto tan arduo, con tanto acierto y habilidad , que merecia la estimacion, aplausos y gratitud de mis patricios.

No son estos baxos sentimientos los que hacen correr mi pluma, no es la aclamacion del Público la que busco, sino su utilidad, que me parece no dexará de sacarle (aunque á lo menos no haya conseguido mas que dar una idéa de este excelente Poëma), si procura extraer de sus fábulas y alegorías los documentos provechosos que encierra; y si se inflaman y fecundan las imaginaciones, á la vista de tan admirable modélo. Lexos de causarme disgusto, ni mortificar mi amor propio, la moderada censura que puedan hacer de mi traduccion, me será muy grato que con la prudencia debida, y propia entre personas de honor, me descubran sus defectos, asi para la mayor ilustracion del Público como para la mia propia; pues solo los espíritus orgullosos se ofenden de que les hagan ver sus errores. Si la crítica que hagan de ella es por envidia ó torcida intencion, no será tan á sangre fria que dexen de conocerlo los sabios; y no gastaré jamás el tiempo en contestaciones de esta especie, sino en compadecerme del que lo pierda tan sin provecho suyo, ni del próximo: y si la hacen por ignorancia, tendré el gusto de ver que excitará el desprécio de los hombres de juicio, los que conocerán los defectos falsos ó aparentes que le atribuyan, y distinguirán sin necesidad de la crítica los que tenga efectivos, pues realmente entre los verdaderos sabios, ni se rebaxa ni aumenta el mérito de las Obras, porque quatro mal intencionados ó aduladores las depriman ó ensalcen.

Basta á mi entender lo que hasta aqui he dicho respecto de mi traduccion. Ahora me parece oportuno tratar algo acerca de la naturaleza del Poema del Padre de la Poesía, para transportar la imaginacion de mis Lectones á los siglos en que escribió; y para hacerles mas bien percibir su hermosura , magestad y grandeza. No es materia para ceñirla á pocas lineas; pero procurando no molestar, seré lo mas sucinto que me sea posible.

No todos los hombres tienen una verdadera idéa del Poëma Epico; y corrompido el gusto y las costumbres por el amor, está predominante pasion tan agradable y seductora, no lo están menos los escritos; de manera que siendo el alma de casi todas nuestras Poesías, apenas lisongea nuestra sensibilidad, sino la lectura de las vanas y frívolas. Es necesario, pues , formarnos el corazon y el gusto á las cosas sublimes; y la lectura de Homero puede contribuir mucho á uno y á otro, pues además de su energía, elevacion y decoro, encierra báxo de ficciones alegóricas las lecciones mas importantes, como lo afirma Horacio en el elogio que hace de los dos Poëmas de este hombre célebre, prefiriendolos para la instruccion á los Libros de los mas habiles Filósofos. Otros sabios posteriores le han elogiado á porfia del mismo modo, para ensalzar la excelencia de su Poesía; y aunque otros se hansmerado en oscurecer su mérito, no obstante lo que dice Quintiliano (1), siempre ha sido y será venerado de todos los sabios , como Padre de la Poesía Epica, como Pintor divino de la naturaleza, y como hombre de inimitable genio para la invencion. Oygamos lo que dice Mr. Pope en su Prólogo á la Iliada, confirmando lo que dicen la mayor parte de Autores Griegos, muchos Latinos; y particularmente el discretísimo Historiador Veleyo Patérculo, hablando de Homero y de Virgilio. Esta es su introduccion:

Convienen generalmente en que Homero tuvo por herencia el genio de la invencion en un grado mas eminente que ningun otro Escritor. Virgilio le disputó con justo título, la gloria de una sábia composicion (2) y otros pueden lisongearse de haber llegado á la perfeccion en algunos generos particulares. Pero en quanto á la invencion nadie le ha igualado todavía. No debe, pues, causar admiracion que haya sido siempre considerado como el mas grande de todos los Poëtas supuesto que ha excedido á todos en lo que es el verdadero fundamento de la Poesía, &c.

Muchos Escritores han criticado á Homero sobre el plan de la Iliada, sobre los personages introducidos en ella, sobre sus respectivos caractéres, sobre las costumbres de los Héroes, sobre el modo con que hace hablar á los Dioses, y sobre otras diferentes cosas; pero no ha habido hasta ahora Crítico alguno, por mas opuesto que fuese al partido Homérico, que no haya admirado la rapidéz, la viveza, el fuego y movimiento del estilo, la pintura de las imagenes, los pasages magestuosos, sublimes y enérgicos, y la armonía y variedad expresiva de la versificacion; pero sin embárgo de lo mucho que se ha elogiado á Homero, por infinitos hombres sabios, no se debe juzgar en todo perfecto. Es preciso que yo confiese de buena fé, aunque le soy apasionadísimo, que se encuentran en este Poëta algunos pasages floxos y defectuosos, algunas harengas demasiado prolixas, descripciones sobradamente circunstanciadas, repeticiones que no son muy agradables, y comparaciones muy seguidas y frecuentes, que no parecen siempre tan nobles y magníficas, como otras. Pero todos estos defectos están como ocultos y anegados en una multitud de gracias admirables, de bellezas inimitables, que elevan y encantan; y comparado lo defectuoso y lánguido con lo vivo y excelente, verá todo juicioso que no se debe negar á Homero el título de hombre grande , ni á sus Obras los mayores encbmios y alabanzas, segun lo que dice Horacio de Art. Port.

Vertim ubi plura nitent in carmine, non ego paucis
Offendar maculis quas aut incuria fudit,
Aut humana parum cavit natura

Pero asi como confieso estos pequeños defectos ó descuidos, tambien prevengo, que muchos de los que le imputan solo existen en la alucinada imaginacion de algunos Críticos preocupados ó ignorantes, que censuran y reprueban varias palabras, como grasa, intestinos y otras de esta clase. Con dos, sólidas razones verán mis Lectores disipada esta injusta impugnacion. La primera, con saber que estas palabras no son baxas ni groseras en el idioma Griego, y que se hallan empleadas en los lugares mas magníficos; y la segunda, con considerar que las mismas costumbres de los Griegos (en parte exentas de varias preocupaciones que tenemos ahora) hacian estas palabras de un uso familiar y culto: sobre lo que puede verse á Mr. Despreaux, Reflex. 9. sobre Longino; y á Madama Dacier, tomo primero, en el Prólogo de la Iliada: pues en toda la antigüedad no impugnaron á Homero sobre la baxeza de las palabras, ni se debe juzgar que lo sean en su idioma, porque en el nuestro lo parezcan. Aun los mismos adversarios de Hornero se ven obligados á confesarlo asi; pues Mr. de la Motta, uno de los mas acerrimos, dice:

Se debe suponer, segun el testimonio de la Grecia floreciente, que las frases y términos de Homero son casi siempre las mas hermosas de su lengua, en vez de que las frases y términos Franceses que corresponden á los suyos, no son del mismo modo los mas bellos de la nuestra.

Otras críticas aun mas injustas y menos disculpables se han hecho contra este Poëta sobre las costumbres que describe en sus Poëmas, que sin embárgo de ser iras sencillas, y conformes á la naturaleza de los hombres, que las nuestras, las consideran algunos como impropias, baxas y groseras. No hay cosa mas descabellada ni irracional, que comparar nuestro siglo con aquellos en que aun habia entre los hombres algunos vestigios preciosos de la edad de oro. Parece mal ver en Homero á los grandes reyes guardar sus rebaños, a las Princesas lavar la ropa en los rios, y llevar agua de las fuentes. Pero, como sábiamente nota Madama Dacier, ¿no se vé en la Escritura Santa á Saúl y David, despues de ser ungidos Reyes, ocuparse aún en apacentar los ganados? ¿á Abrahám, amo de un número infinito de domésticos, ir él mismo al establo? ¿á Sara, que tenia tantas criadas, amasar con sus mismas manos el pan? ¿á Rebecca y Raquél, no obstante la delicadeza de su sexo, llevar al hombro una hidria llena de agua, y conducir sus rebaños á la fuente? ¿en Fabio Pictor á Rhea, ir por si misma á tomar el agua? ¿en Tito Livio, hacer lo mismo la hija de Tarpeyo, y otros exemplares semejantes? Pues estas costumbres, estos usos, esta feliz simplicidad propia de la inocencia, que no pueden dexar de admirarnos y confundirnos á vista de la pompa y magnificencia, del luxo excesivo, de la vanidad y del orgullo, en que al presente vivimos sumergidos y obcecados, son los que describe Homero con su noble naturalidad.

El mismo Mr. de la Motta, hablando de las costumbres de los Griegos que explica Homero , de la pintura que hace de los Dioses, y de las virtudes que elogia en sus Héroes, dice asi:

La venganza y el orgullo eran entonces pasiones honrosas , y Homero las dexó en la misma estimacion en que estaban, sin que repugnase á su siglo el representarlas con rasgos que confirmaban su modo de pensar.

En otra parte dice también:

Generalmente hablando, Homero no podia desviarse de las idéas comunmente adoptadas, ni pintar sino lo que veía. Sus Dioses, por mas despreciables que son, sin embargo son los que adoraban: sus Héroes, por mas groseros que parezcan, no obstante eran los Héroes de aquel tiempo: la fuerza del cuerpo se reputaba como el mayor mérito , y Homero habla casi siempre de ella, con mas admiracion que de la virtud... No se ofendian de las injurias groseras, que pone en boca de sus Héroes, porque de parte de aquellos hombres robustos y respetables por su vigor, solo tenian entonces estas injurias un ayre noble de superioridad, al paso que nosotros les atribuimos la idéa de una baxeza indecorosa.

Las luces de la razon, el juicio exacto y el discernimiento equitativo, exigen indispensablemente que guando leamos los Autores antiguos, transportemos nuestra imaginacion á los siglos en que escribieron y países de que hablan, sin dexarnos preocupar injustamente contra las costumbres y usos antiguos, porque son opuestos á los nuestros. Asi lo advierte Cornelio Nepote en su pequeño Prólogo á las vidas de los grandes Capitanes de la Grecia; y asi debo yo advertirlo en éste, para que el Lector no se dexe arrastrar al leer mi traduccion, de una idéa ó preocupacion tan extravagante.

Por lo que respecta á los defectos que Platón imputó á Homero en el Libro tercero de su Republica, que los mas principales son seis, me parece que no se puede hacer ver mas juiciosamente la equivocacion de este Filósofo, que con las razones de Madama Dacier; por lo que, y no pudiendo yo decir mas en su abóno, las copiaré aqui á la letra. Todas sus reflexiones son muy exactas, sutiles y curiosas, y contribuyen mucho á la inteligencia de este excelente Poëta, á quien, sin embárgo de desterrar Platón de su Republica, le destierra coronado. Veamos cómo se explica sobre este punto aquella sábia Traductora.

Proclo escribió un Libro entero para defenderle contra las reprehensiones de este Filósofo. Trató esta materia con mucha profundidad, y puede sacarse grande provecho de la lectura de esta Obra. Yo no le seguiré en todos sus razonamientos, pues me harían extender demasiado. Además, como el origen de la verdadera Teología era incógnito á este Filósofo Pagano, no podia tan bien como nosotros defender á este Poeta sobre lo que dixo de la Divinidad. Procuraré, pues, responder aqui á las reprehensiones mas importantes de Platón. Estas son seis:

I. Homero no ha fundado Republica alguna; tampoco ha conducido felizmente exércitos, ni enseñado á conducirlos; ni menos ha instituído Secta alguna.
II. Introduce unos Dioses que se consideran infelices , que se lamentan , se quexan, se arrepienten , pelean entre sí y se encolerizan.
III. Dice que los Dioses se dexan rendir, por los ruegos y sacrificios que les ofrecen.
IV. Asegura que Dios es la causa de los males, y pone por esta razón á los lados de su trono dos cubos llenos, el uno de males y el otro de bienes.
V. Hace que los Dioses se aparezcan á los hombres báxo una forma visible, y por consecuencia, falsa, supuesto que esta forma no es Dios.
VI. En fin, representa á Júpiter enviando á Agamenón un Sueño engañoso, y mandandole decir una mentira, lo que es indigno de Dios, que es la suma verdad.


Homero no ha fundado Republica alguna, ni dado leyes, ni conducido guerras, ni fundado Secta. No diré como Proclo, que el tiempo ha podido ocultarnos el conocimiento de todo el bien que la sabiduría de Homero habia hecho á varias ciudades; pero diré solamente que éste no es ni el objeto del Poëma, ni el fin de la Fábula. Ni uno ni otro se proponen, sino instruír á los hombres, y reformar las Ciudades y Estados con instrucciones disfrazadas báxo las alegorías de una accion, haciendolas de este modo mas agradables. Homero es, pues, util á los hombres, y mas util, que aquellos que han fundado Estados, porque se pueden fundar estos, sin pensar en instruir á los hombres, ni en formar sus costumbres. Homero no ha conducido felizmente guerras, ni enseñado conducirlas. ¿Quién ha exigido jamás esto de un Poeta? Ciertamente Homero no ha conducido exércitos, ni ha ganado batallas; pero sus poesías están llenas de excelentes preceptos para el arte militar. Este es el Poeta mas capáz de inspirar el valor, y ha formado grandes Capitanes. Alexandro y Cesar juzgaron mejor de este Poeta, que Platón. Cleomenes aún juzgó mejor, porque decía que Homero era el Poeta de los Lacedemonios, porque enseña como conviene hacer la guerra, y que Hésiodo era el Poeta de los Ilotas, porque escribe de la agricultura. Tambien puede decirse de Homero que es el Poeta de los Reyes; porque enseña, que la fuerza y la justicia son las dos virtudes mas regias, y los dos mas grandes apoyos del trono. Por lo mismo hizo Porphirio un tratado que tenia por título De la utilidad que los Reyes pueden sacar de lectura de Homero.

Este Poëta no ha fundado á la verdad Secta alguna, á la qual haya dado su nombre; pero se puede considerar como el Padre de casi todas las Sectas, porque se encuentran en sus escritos las semillas de la mayor parte de opiniones, que los Filósofos muyposteriores á él han abrazado. Además ¿no ha sido considerado como uno de los mas grandes Filósofos? y Horacio (3) ¿no asegura que enseña mucho mejor que los mas sabios, lo que es honesto y deshonesto, util y pernicioso? El mismo Platón conviene en que Homero hace muy bien percibir la diferencia que hay entre la justicia é injusticia , y que muestra que las guerras que desolan. el Univeso , solo provienen de la ignorancia de los hombres sobre lo justo é injusto.
Porphyrio escribió una Obra sobre la Filosofía de Homero, en donde probaba que no menos era gran Filósofo, que gran Poëta. Y Máximo de Tyro en su disertacion XVI, le llama el Príncipe de los Filósofos, é igualmente á su Filosofía un instrumento de todo genero de armonías, para dar á entender, segun mi dictamen, que se encontraban en ella los principios de todas las Sectas.

Sobre la segunda objeccion, basta oponer el juicio del docto Religioso, de quien ya he hablado (4), que mas sábio y mejor instruído en la ciencia de Dios, que Platón, y que todos los Paganos, no teme asegurar que las ficciones de Homero merecen mas alabanza que vituperio.
¿Se puede reprehenderle (dice) haber atribuído á los Dioses las pasiones de los hombres? ¿no pudo tambien hacerles combatir contra los hombres? ¿No tenemos exemplos de esta expresion y de estas figuras en los Libros Sacros, y en la verdadera Religion? y si es permitido hablar asi algunas veces de los Dioses, como Teólogo, hay mucha mas razon para usarlo del mismo modo en las ficciones de la Física y de la Moral.

Es preciso, ó prohibir á los Poetas hablar de las acciones de los Dioses, ó permitirles explicarlas con expresiones prestadas de las acciones de los hombres; ésta es la única lengua que pueden hablar, y la única proporcionada á su inteligencia. Pueden, pues, atribuir á Dios la íra, el furor, el despecho, la tristeza, el arrepentimiento, la venganza, asi como le atribuyen boca, pies y brazos. No solamente ha sufrido que los Santos Profetas, y los demás Escritores sagrados, hablasen de él de esta manera, sino que tambien él mismo ha hablado asi, porque qualquiera otro lenguage no hubiera sido entendido: éste es el único medio de instruír á los hombres. Basta solo abrir los Libros de la Escritura Santa , y se verá en mil pasages que Dios dice, que se duele, que está colérico, que está ayrado, que se arrepiente, que va á vengarse , &c.

En quanto á los partidos y combates de los Dioses, puede decirse que Homero está tambien á cubierto de nuestras censuras, pues la Escritura Santa nos presenta exemplos que merecen todo nuestro respeto y veneracion. Vemos en el Génesis un Angel luchar con Jacob. El Profeta Daniél, mas de trescientos y cinquenta años despues de Homero, tiene las mismas idéas, pues nos hace ver el combate de unos Angeles, contra otros Angeles. En el Capítulo X el Angel Gabriél, que protegia á la Grecia, combate veinte y un dias contra el Angel que protegia á la Persia; y el Angel Miguél, que protegia á los Judios, viene á socorrerlos. En el Capítulo XII, los dos primeros Angeles combaten tambien en las orillas del Tigris, como para disputar su posesion. Advierto sobre esto, que el docto Grotio notó que en los primeros tiempos, es decir, báxo la ley, de los Angeles que presiden á las naciones, unos favorecian á los Persas, otros á los Griegos, y que la venida de nuestro Señor disipó este espíritu de partido, si es permitido servirse de esta expresion (5):
Omnes aliarum nationum praesides Angeli aut Persis favebant, aut Graecis, talia inter Angelos studia extinxit Christus. Déxo á los Teólogos que profundicen esta materia, y que juzguen de la nota de Grotio. Lo cierto es que en toda la Escritura Santa, no hay cosa mas comun que estás expresiones: Dominus pugnabit pro vobis, Dominus pugnat pro eis.

Se vé, pues, que Homero halló estas ideas ya radicadas, y que sus ficciones son sacadas del seno de la verdad, y esto es lo que Longino no habia podido conocer. Y asi Aristóteles dixo mas bien de lo que pensaba, quando profirió que se podia justificar á Homero sobre lo que dixo de los Dioses, sosteniendo que no hizo mas que seguir la fama, y lo que se habia dicho antes que él.

Lo mismo puede asegurarse de las heridas, de los suplicios, de las prisiones de los Dioses, y de la caída de un Dios precipitado desde el Olympo; porque es necesario considerar, que Homero hablando asi de los Dioses, exceptúa siempre al Dios supremo, y no sujeta á estas flaquezas y accidentes sino á los Dioses inferiores; esto es, á los
Angeles, que la Escritura Santa llama tambien Dioses.

Y asi, bien lexos de que las ficciones de Homero deban hacerle despreciable, calificandole de impío y pernicioso, al contrario deben hacerle digno de aprecio, y que se mire como muy util, por la conformidad de sus idéas con estas verdades. Conformidad muy notable, de la que puede hacerse un grande uso en la explicacion de nuestros Libros Santos.

Homero hace percibir tanta la diferencia que pone entre el Dios soberano, y las Divinidades subalternas, que un Antiguo, penetrado de la sublimidad de sus idéas, le dió este grande elogio (6),
de ser el único que ha visto, ó hecho ver á los Dioses.

Me parece, pues, que no tengo mucho que temer para mi designio de parte de las fábulas y alegorías; porque además de lo que acábo de decir sobre lo que han objectado mas fuertemente á Homero, no me faltar sino hacer vér , y se verá en las notas, que como todo debe tener costumbres en el Poëma Epico, y ser viviente y animado para llegar á lo maravilloso, que le es tan necesario, Homero introduce unas divinidades que son todas alegóricas (7), y habla de ellas como Poëta físico, no como Poëta moral.

Como Poëta Teólogo, dividió una idea sola de la esencia simple y única de Dios en varias personas, como otros tantos atributos de ella, báxo lós diferentes nombres de Júpiter, de Juno, de Neptuno , &c. Nada dixo de estos Dioses, que no sea bueno, que no les convenga, y que nó sea tambien conforme al idioma de la mas sana Teología.

Como Poëta físico hace de los Dioses unas causas naturales, y les atribuye costumbres, discursos y acciones, con referencia á la naturaleza de las cosas, que estas Deydades representan.

En fin, como Poëta moral, hace unos Dioses de nuestras virtudes y de nuestros vicios. Si se toman el trabajo de examinar segun estos tres diferentes objetos, todo lo que parece mas excesivo en Homero, no solo le salvaran, sin dificultad, sino que desentrañarán con gusto todo lo que este gran Poeta ocultó báxo de sus alegorías y fábulas: se hallará que todas las censuras que le han hecho son vanas, y se admirará la grandeza de sus ideas, las verdades en que se fundan, y la vasta extension de los conocimientos, de que estaba enriquecido el espíritu de este Poëta.

La tercera reprehension que Platón hace á Homero de haber dicho, que los Dioses se dexaban rendir por los ruegos y sacrificios que se les ofrecen, merece ser exáminada. Se funda sobre que en el Libro nono de la Iliada, Phenix dice á Aquiles:
Que los mismos Dioses se dexan rendir, y que siempre los hombres despues de haberlos ofenndido por transgresiones criminales llegan en fin á aplacarlos por votos, sacrificios, presentes, libaciones y ruegos. Platón pretende, que Phenix habla aqui segun la opinion dominante de aquellos tiempos tenebrosos, en que se creía que los Dioses ofendidos se dexaban siempre rendir por sacrificios y presentes, como si fuesen unos usureros aváros, y que hiciesen tráfico de su dones y gracias, de manera que, los ritos estaban asegurados de obrar como quisiesen impunemente, pero me parece que el pasage de Homero no presenta este mal sentido, y lo que Phenix dice, lo contemplo muy conforme á lo que leemos en la Escritura Santa. Salomón, hablando del Templo que habia edificado, dice (8): Quicumque oravtrit in loco isto, exaudi de habitacuto tua, id est de Coelis & propitiare. A qualquiera qué te dirija sus ruegos en este lugar, oyele desde tu santa morada, es decir desde el Cielo, y aplacate. Los ruegos, los sacrificios, las ofrendas y libaciones, eran unos medios ordenados por Dios, para desarmar su ira y atraer sus gracias, no por lo que son en sí mismos, sino como señales de la mutacion del corazon y de la voluntad; y de este modo debe entenderse este pasage de Homero. Llamando á los ruegos Hijos de Júpiter, bastante se explicó él mismo: los ruegos que forman el temor ó el interés, sin la mutación de la voluntad, y sin ningun arrepentimiento, no son hijos del Cielo, sino de la tierra. Esta reprehension de Platón es, pues, muy mal fundada, y esta palabra de Homero, los Dioses mismos se desean rendir, es una palabra divina, el fundamento de la Religion, y el único recurso de los hombres.

La quarta objeccion de que
Dios es la causa de los males, no tiene mayor solidéz: es ignorar la naturaleza de Dios, negar que sea él mismo quien envia á los hombres los bienes y los males. ¿No dice Dios en el Deuteronomios XXXII, 23, Congregabo super eos mala, & complebo sagittas meas in eis. Yo juntaré sobre ellos todos los males, y saciaré mis flechas con su sangre. Y en el Proféta Amós III , 6, Si erit malum in Civitate quod Dominus non fecérit? ¿Hay en la Ciudad algun mal que el Señor no haya enviado? Y en Micheas I, 12, Quia descendit malura á Domina in portam Jerusalem. El mal desciende de Dios sobre Jerusalén.

Y por la ficcion de los dos cubos que Homero coloca á los dos lados del trono de Júpiter, en el Libro último de la Iliada, lexos de poder ser vituperada, al contrario parece digna de admiración, porque es la misma imagen que David dá de Dios en el Salmo LXXIV.
Calix in manu Domini vini meri plenus mixto & inclinavit ex hoc in hoc, verumtamen faex eju non est exinanita, bibent omnes peccatores terrae. El Señor tiene en su mano una copa de vino puro, que mezcla y atempera; y que vierte de una en otra para hacerla beber á los pecadores, &c. Se pueden ver mis notas. De alli són nacidas aquellas expresiones tan ordinarias en la Escritura Santa, beber el vino de la cólera de Dios: el vino puro que está mezclado en la copa de su ira , &c.

La quinta objeccion, de que
Homero atribuye á los Dioses figura visible, ha sido sólidamente refutada por Mr. Dacier en su Prólogo sobre Platón, de que ha publicado dos vólumenes. Si Platón, dice, hubiese empleado solo su razonamiento para arruinar las ridículas transformaciones que los Poëtas atribuyen á los Dioses, tendría razon; pero servirse de él para combatir el modo con que frecuentemente se dignó Dios hacerse visible báxo la figura de un Angel ó de un hombre que há criado á su imagen, y de quienes ha podido tomar la figura sin engañar á los hombres, y sin separarse de sus perfecciones, es un error. Y asi no se ocultó á la vista de su discípulo Aristóteles , que aunque por otra parte menos ilustrado que él sobre la naturaleza divina, sin embárgo conoció mejor la belleza y la verdad de esta doctrina de Homero, quien dice en el Libro séptimo de la Ulisea: Que pudiendo los Dioses revestirse de todas suertes de formas, toman la figura de los extrangeros, y van á las Ciudades para ser testigos de las injusticias de los hombres, y de sus buenas acciones. E instruido por este Poëta, reconoció que no es cosa indigna de Dios revestirse de la naturaleza humana, para librar á los hombres de sus errores.

En quanto al
Sueño engañoso enviado a Agamenón por Júpiter, y á la mentira que este Dios le manda decir á este Príncipe, en el segundo Libro de la Iliada, Homero ha sido igualmente justificado en las mismas notas sobre la Poética (9), en donde Mr. Dacier demuestra que la mentira que este sueño engañoso dice á Agamenón, no viene de Júpiter, sino del sueño. Ahora bien, no es extraordinario vér un sueño mentiroso, y Júpiter que tolera que Agamenón sea engañado, no tiene parte alguna en este engáño, pues lo permite sin ser el autor de él. La Escritura Santa nos presenta (10) un exemplo del todo semejante en la historia de Achab, Rey de Israél, quando Dios quiso que pereciese; porque Dios envia á este Rey el espíritu de mentira para seducirle, asi como Júpiter envia aqui á Agamenón este sueño para engañarle (11).

No hay cosa mas semejante. El Júpiter de Homero no es seguramente un mentirosó, ni un seductor en este pasage, como el verdadero Dios no lo es en la historia de Achab: mas Homero conoció esta verdad, que Dios se sirve de la malicia de las criaturas, para cumplir sus juicios. Este exemplo es tanto mas notable, quanto es del mismo tiempo de Homero, porque este Poëta vivia en el que Achab era Rey de Israél, y Josaphát Rey de Judá.

En general examina Platón la Poesía de Homero con referencia á la Política, y la condena por no hallarla conforme á las reglas que un buen Político dá para la conservacion de los Estados, y para la felicidad de los Pueblos. No hay cosa mas injusta; y para oponerse á esta injusticia, escribió Aristóteles:
Es necesario acordarse que no se debe juzgar de la excelencia de la Poesía, como de la de la Política, ni tampoco como de la de todos los demás artes. El objeto de la Poesía es imitar , y su imitacion podrá ser tan viciosa en buena Política, como sería excelente en buena Poesía. Pero por desgracia de Platón, tampoco es contraria la imitacion de Homero á la buena Política, supuesto que es conforme á la verdad misma como acábo de demostrar.

Hasta aqui Madama Dacier. De quanto llevo dicho, puede inferirse la excelencia de las Poesías de Homero, de las quales en pro y en contra se ha escrito tanto, que no ha habido Escritor de quien mas se haya hablado, ni que haya ocupado mas la atencion de los hombres Eruditos. La historia de su reputacion es tan vasta, que ella sola es el mayor elogio. Muchos modernos se han dedicado á criticar, ó por mejor decir á satirizar sangrientamente sus Obras; pero lo cierto es, que los antiguos que entendian mejor que nosotros sus Poesías, hicieron de ellas los mayores elogios. La Jonia, la Bitinia , el Ponto, y hasta el frio Boristenes apreciaron infinito la efigie de Homero acuñada en medallas, y juegos públicos; y en Argos le invocaban, juntamente con Apolo, como segundo Numen de la Poesía.

Los Escritores mas célebres que florecieron en Grecia, despues de Homero, se esmeraron en imitar sus Poesías, y enriquecida la lengua vulgar con las bellezas de la lengua poética, se fecundaron los talentos de Herodoto Padre de la Historia, de Tucídides, de Xenophonte, de Eschilo, de Sophocles, y de otros infinitos, cuyas Obras forman las delicias de los Literatos. Demócrito escribió tambien sobre el estílo de Homero, y no se detuvo en asegurar, que unos Poëmas tan admirables como los suyos, no podian haber sido compuestos sino por inspiracion de algun genio Divino. Anaxágoras dice: Que el principal argumento de Homero era la verdad y la justicia. Arcesilao no le dexaba de la mano, aun, quando estaba en la cama. Platón mismo imitó su estilo. Los Estoycos respetaron el estudio de Homero á lo sumo. Zenón, Perseo su díscipulo, y Crisippo, le defendieron de las contradicciones aparentes, y de sus Críticos. Aristóteles sacó su Poética casi enteramente de los Poëmas de Homero, y segun sú parecer, solo éste merece el nombre de Poëta. Demetrio Phalereo escribió mucho sobre la Iliada, cuyos escritos consumió el tiempo, y su pérdida es digna de sentirse, segun dictamen de muchos Eruditos. Dionisio de Halicarnaso explicó el artificio de los discursos de Homero, y el prodigioso mecanismo de su versificacion. Estrabón le elogia por maestro de la Geografía, y como científico y Filósofo. El elegantísimo Dión, llamado justamente Boca de oro, en ún discurso para instruccion de un joven amante de las letras, despues de haber juzgado sobre el mérito de varios Escritores, dice: Homero sea el principio, medio y fin de tus lecturas, pues es igualmente adaptado á los jovenes, á los hombres maduros, y á los viejos; y dá á cada uno lo que es capáz de recibir. Plutarco escribió una Obra, intitulada: Meditaciones Homéricas, cuya pérdida es sensible. Atenéo el Mecánico le llama, solo y único verdaderamente Poëta. Philón Hebreo, el Poëta por excelencia. Hermógenes le califica, no solo por el mejor de los Poëtas, sino tambien de los Oradores, y de los Escritores de todo genero. Máximo Tirio, Luciano, Atenodoro hermano de Arato, Thelepho, Alexandro el Phrygio, Libanio y otros muchos, escribieron de Homero admirablemente, unos defendiendole, otros imitandole y otros elogiandole.

Antípatro Sydonio y otros Poëtas de la Antología, hablan siempre de Homero como de una Divinidad. Procopio Gaceo se esmera en imitarle, como modélo de la elocuencia. Heráclito descifró sus alegorías. Proclo Lycio escribió sobre sus Dioses. Porphyrio, sobre la utilidad que pueden sacar los Príncipes de la lectura de Homero, y sobre su Filosofía. San Basilio el grande, cuya autoridad es del mayor peso, dice: Que los Poëmas de Hornero son un perpetuo elogio. Lycurgo, Pisistrato é Hiparco le tuvieron en la mayor estimacion. Cercidas Legislador de los Megalopolitanos, mandó que en su sepulcro le pusiesen los dos primeros Libros de la Iliada. Casandro Rey de Macedonia, se dice que sabía sus Poesías de memoria; y finalmente, fueron infinitos los que veneraron á Homero, y escribieron elogiando á porfia sus Poesías, y defendiendole de la crítica que otros hicieron contra ellas.

Es inexplicable, como he dicho, quanto se ha escrito sobre este Poeta, y entre tantas como le alabaron, no faltó quien le vituperase y aun despreciase, de que se infiere claramente que no puede haber Obra alguna producida del talento, ni de las manos de los hombres, que sea igualmente agradable y estimada de todos.

Entre los muchos Escritores antiguos y modernos que han criticado á Homero, citaré algunos, para que los curiosos y amantes de las letras se diviertan en contrapesar las razones de unos con las de otros, y puedan atribuir á este Poeta, con juicio imparcial y exacto, el mérito correspondiente á su genio Poëtico, y á su instruccion. Pitágoras dice, que la sombra de Homero estaba en el Infierno, donde las Furias le devoraban por sus mentiras sacrílegas contra los Dioses. Empedócles Físico y Poeta, y Xenofanes, censuran agriamente á Homero sobre lo mismo. Platón ya se ha visto cómo le reprueba. Heráclides le juzga frenético con otros Atenienses. Isócrates, aunque no nombra expresamente á Homero, condena la desenfrenada licencia de los Poetas, en atribuir á los Dioses malas acciones. Agatarcides, citado por Phocio, vitupera la sabiduría Poética, por la qual es reputado Homero, como Padre de la Poesía. Pindáro, Eurypides en su Hércules furioso, Sócrates, Zoylo el viejo, Eupolis el Cómico, Josefo y otros infinitos reprueban y censuran en Homero diferentes cosas. Longino concede que hay en Homero muchos defectos. Eratóstenes, Geógrafo de mucho mérito, no respeta tanto á Homero, como su émulo Estrabón. Oenomao, Filósofo Cínico, escribió sobre la Filosofía de Homero; pero entre todos los que censuraron á este Poeta, ninguno le desprecia tanto, como Partenio de Phocea.

En fin, sería muy largo aun solamente indicar lo que los Escritores Griegos dixeron de Homero; y lo mismo lo que los Latinos y modernos escribieron en su favor y en contra; por lo que, para no fastidiar á mis Lectores con referir aun en extracto tantas opiniones, solo indicaré algunos Autores Latinos y modernos, por imparcialidad estimaron lo perfecto de sus Poesías y condenaron, lo defectuoso. Lucrecio, Ovidio, Tíbulo, Manilio, Horacio, Valerio Máximo, Veleyo Patérculo, Scipion, Apuleyo, Columela, el Naturalista Plinio, Macrobio, Ausonio, el Emperador Claudio y el gran Pompeyo, elogian á Homero dandole varios atributos, y aun los Jurisconsultos Romanos le citaban como Oráculo de la Jurisprudencia, én confirmacion de sus decisiones. Propercio y Estacio, hablan de Homero con mucha estimacion. Cicerón le alaba en unas cosas, y le condena en otras. El Emperador Calígula, bien que era un loco en literatura y en todas sus acciones, le desprecia á lo sumo. Séneca se burla de los que le reputan por Filósofo, y otros muchos le califican de mal Teólogo Pagano, y censuran en sus Obras infinitas cosas.

Tambien se han suscitado entre los Literatos modernos, muchas contiendas sobre las Poesías de Homero; y para concluir con la relacion de tanto Escritor, pondré primero muchos de sus adoradores, y despues sus mayores adversarios. Angelo Policiano, Isaac Casaubon, Justo Lipsio, Claudio Belurgerio célebre Profesor de París, el Tasso, el Petrarca, Vicente Gravina, el célebre Boileau, Madama Dacier, su marido, el Abate Regnier, Mr. Longepierre, Fourmont, el Abate du Bos, el P. Buffier, Mr. Boibin, Mr. Olivet, Fraguier, Gedoyn, Rolin y otros muchos se declararon en Francia por el partido Homérico. El Abate Antonio Conti, que se hallaba en París, en tiempo de las terribles disputas sobre Homero, se declaró de su partido. El famoso Racine le venera. El imponderable Fenelon le admira juiciosísimamente. El mejor Poëta de la Inglaterra, el célebre Pope, le prefiere por la invencion á todos los Poëtas. El erudito Blakwel contemporaneo del Pope, le califica por el mas admirable Poëta. Voltaire le ensalza como Pintor sublime. Merian, Académico de Berlin, habla de Homero con bastante elogio. El Rochefort y Mr. Bitaubé, traduxeron sus Obras, y hablan de él extensamente. El Abate Arnaud escribió un elocuentísimo elogio de este Poeta. Además de estos, tanto en Italia, como en Francia, Alemania é Inglaterra, han escrito infinito sobre Homero, han traducido sus Poëmas, ilustrandolos con notas juiciosas, eruditas, y á veces sutilísimas, para explicar sus alegorías , é interpretar diferentes pasages oscuros y dudosos. Pero entre sus adversarios son de los mas rigurosos Mr. Terrasson, Mr. de la Motta Houdart, Rousseau, Perrault, y la Marquesa de Lambert, que encuentran poco ó nada bueno en el Poeta Griego.

A pesar de los que censuran á Homero, el Tratado Clásico del Padre le Bossu, está todo fundado en exemplos de Homero; y el Abate Batheux con mas gusto y exactitud, en su Discurso sobre la Epopeya viene á confirmar lo mismo. Sin embárgo de que en estas guerras literarias, mas terribles que las que describe Homero, se halla una variedad imponderable, sobre su verdadero mérito, y que la decision de tantas disputas, es empresa reservada á un talento mucho mas superior, y mas ilustrado que el mio, con todo no puedo dexar de decir que los que lo alaban todo en el Poeta Griego, son adoradores apasionados de la Antigüedad; y que los que no encuentran nada bueno en sus Poesías, son unos hombres extravagantes y ridículos. Entre estos hay muchos que escribieron, mas por capricho, que por razon, ó por querer con sofisticas sutilezas hacer ostentacion de su erudicion; pues la prueba mas incontrastable del mérito del Padre de la Poesía Epica, es lo mucho que se ha escrito sobre sus Poëmas, y el que no ha habido Poeta alguno posterior, que no haya procurado imitarle, y que no haya sido reputado por mas célebre el que mas se ha acercado á él.

En este supuesto, no puedo dexar dé advertir á mis Lectores varios pasages dignos de admiracion que se hallan en la Iliada, para que los que no tengan una idéa bien formada de ella, entren con conocimiento á examinar su hermosura y primores, sin graduar por defectos groseros los que no lo son, ni substanciales los que son puramente materiales, pequeños descuidos, negligencias ó efectos indispensables de los tiempos en que escribió, y de las ideas que le subministraba lo mismo que veía, y las costumbres que reynaban entonces.

Sin contradicion alguna, Homero es digno de nuestro mayor aprécio, estimacion y elogios. Este excelente Poeta es admirable para notar por el sonido, arreglo, cadencia y armonía de las palabras, y aun varias veces por las letras, la naturaleza de las cosas que describe. Basta tener oídos para percibir: v. gr. en la Ulisea, lib. IX. v. 70. el sonido duro: el dulce y fluido en la Iliada lib. I. v. 147: el pesado en la Ulisea lib. XI. v. 592: la celeridad y ligereza en la Iliada lib. V. v. 222, en donde el verso disputa la rapidéz y velocidad á los Caballos que describe; y no menos en el lib. XXII. v. 226. quando pinta la celeridad y ligereza de los Caballos de Eneas. ¿Puede hallarse expresion y armonía semejante? La descripcion que hace en la Iliada lib. XIII. v. 17. &c. de la marcha de Neptuno, no tiene igual; y asi en otros diferentes, como se podrá reconocer, sin embárgo de lo que por necesidad pierde en la traduccion.

No es menos admirable en las descripciones de los combates, y de las cosas naturales: siempre pinta, y parece que el Lector tiene delante de los ojos las lanzas, las celadas, los broqueles, los carros, los Caballos, los muertos, los heridos, los moribundos, la sangre que riega la tierra, la confusion de la refriega, el ardor de los combatientes, y todas quantas imagenes describe. Algunos han dicho que Homero era ciego; pero sin querer yo disputar sobre este punto, diré solamente, que me parece incompatible, con vér que sus Obras son mas bien una pintura que una Poesía, segun dice Cicerón (12).

No es menor la viveza que da á las pasiones, pues en varias partes se nota, aun en las acciones y movimientos, 1a agitacion del corazon del que representa poseído de la Ira: porque tanto centellea el fuego de la cólera y rabia en los versos de Homero, como en los ojos de Agamenón, quando describe su emocion, ímpetu y furor en la Iliada lib. I. v. 103.

El movimiento de cabeza magestuoso con que Júpiter conmueve el Olympo, no puede ser mas maravilloso, Iiada. lib. I. v. 528. y ha sido imitado por Virgilio, Ovidio y Horacio, estos tres Poëtas que merecen la mayor estimacion.

La descripcion del combate de los Dioses que se halla en la Iliada lib. XX. es una de las mas bellas y magníficas. No puede leerse sin percibir todo su primor. Tronar Júpiter desde lo alto del Cielo: levantar Neptuno las furiosas olas de su imperio: conmover la tierra y las cimas de las montañas: temblar las del monte Ida hasta sus fundamentos: estremecerse Troya, el campo de batalla y las naves: el Rey del Infierno espantado báxo la misma tierra, temiendo que Neptuno la abriese con su Tridente, y lo demás con que exorna esta descripcion, ¿no manifiestan la vivísima imaginacion de Homero, aquel fuego poético que hace representar rápidamente las ideas con claridad, ó por decirlo asi, con vida y movimiento?

Quando en el libro VI se despide Héctor de su esposa Andrómaca, y abraza tiernamente á su hijo Astyanáx, conmueve tanto el Corazon, como si el Lector estuviese viendo esta sensible despedida, pues es uno de los mas vivos y penetrantes pasages de Homero. Héctor parte á la guerra animado de su ardor, valor y zelo; y Andrómaca conociendo su intrepidez prevee su funesta muerte. Su dolor es incomparable, , y se manifiesta en sus ojos y semblante. Las acciones naturales que alli describe, las expresiones tiernas, las consideraciones deplorables sobre lo futuro, y otros muchos sentimientos con que explica este lance no pueden dexar de excitar nuestra admiracion. Otras muchas descripciones, no menos vivas que exactas, se encuentran en este Poëma; pero deberia dilatarme demasiado para manifestarlas.

En las comparaciones es tanta la riqueza y fecundidad de Homero, que se podría decir que la naturaleza entera parece haber concurrido con él á hermosear sus Poëmas y á prestarle sus vivos colores, por la variedad infinita, y casi inagotable de imagenes y similitudes. Hay unas, que no consisten sino en una accion, y no son las menos vivas; y otras tienen tal extension, que dan lugar al Poeta, para ostentar toda la magestad, magnificencia y primor de la expresion, cuya gracia, sublimidad y elegancia, solo puede percibirse enteramente ea el original. Hay entre ellas unas dulces y tiernas, y otras grandes y sublimes, las quales subministran á una imaginacion viva y fecunda los mas preciosos recursos para la Poesía.

Para exprimir la ligereza y prontitud de los combatientes, emplea frecuentemente la comparacion del viento, del granizo, de un uracán, de un torrente; pero estas ideas son muy debiles, comparadas con las que emplea en la Iliada lib. V. v. 770. para pintar la rapidéz de los Caballos inmortales; y en el libro XV. v. 50. para representar la velocidad de Juno, quando de orden de Júpiter sube desde el monte Ida al Olympo. Tambien es admirable la que usa en el libro III. v. 21. quando Menelao vé á Páris: en el mismo v. 30. quando éste descubre á Menelao al frente de sus tropas: en el libro IV. v. 506. guando compara á Páris con un Caballo de batalla, que es una de las mas célebres y hermosas comparaciones; y en fin, se hallan tantas, ya de las fieras, ya del mar, ya del fuego, ya de los vientos, y casi todas tan magníficas, tan elevadas y tan exactas, que no es facil distinguir si no se leen, ni explicar sin mucha prolixidad.

En los discursos y razonamientos de Homero no hay genero alguno de elocuencia, segun juzgan muchos Escritores Griegos, Latinos y modernos, de que no se halle un perfecto modélo. En ellos pinta admirablemente los caractéres de sus Héroes, como pueden bastar para prueba de esta verdad los discursos de Ulises, de Phenix y de Ayax, quando en el libro IX. van de Embaxadores á Aquiles para persuadirle á olvidar su resentimiento, y á volver á tomar las armas en defensa de sus patricios muertos al impulso de los Troyanos, de sus amigos consternados y confusos de su patria, expuesta al deshonor y á la infamia, y de sus naves amenazadas del incendio. Ulises que habla primero ¡cómo sostiene su carácter! En las asambléas y deliberaciones públicas, como manifiesta Homero, libro III. v. 216. y siguientes en boca de Antenor, parecia al pronto tímido y embarazado, sus ojos fixos en la tierra, sin accion, sin movimiento, como un hombre que no sabe lo que va á decir, no indicaban ser un excelente Orador. Pero luego que se animaba, ya parecia otro hombre: salian de su boca las palabras (v. 222.) mas espesas que la nieve, y arrastraba á todos con la fuerza, energía, viveza y persuasion de su elocuencia.

Habla á un hombre impetuoso, intratable e indócil como Aquiles; ¡cómo emplea las palabras dulces y atractivas, los modales comedidos, y las insinuaciones mas penetrantes y oportunas! Todas las razones con que procura convencerle, ¡quanta gracia, fuerza y viveza tienen revestidas de expresiones poéticas! La sencilléz, el buen orden, la naturalidad, todo contribuye á hacer su discurso persuasivo, elocuente y admirable.

Phenix se explica el segundo de un modo enteramente diverso. Este habla á Aquiles como un buen anciano que le ha educado desde su infancia por encargo particular de su padre el Rey Peléo. Le habla con ternura de padre; pero con aquella autoridad que le proporcionaba su edad madura, y la qualidad respetable de ser su Ayo. Le representa los cuidados y desvelos que le habia costado nutrirle y educarle, los sabios avisos y amonestaciones que recibió al partir de su ilustre padre; y le da admirables consejos sobre la necesidad de reprimir su enójo y cólera obstinada, á exemplo de los Dioses que se dexan aplacar por ruegos, sacrificios y presentes. Se advierte en todo este razonamiento bien pintado el carácter de un viejo, hasta en referir alguna historia antigua, y las hazañas de su juventud, que regularmente suele ser su pasion dominante.

Parece que al oír tales discursos debia dcponer Aquiles sus furores; pero no, responde á ellos con mucha entereza, y en su respuesta se halla exprimido excelentemente su carácter, y se encuentran cosas muy admirables y magníficas, insistiendo en la razon que tiene para mantenerse inexorable, y no cedér á sus instancias.

El razonamiento de Ayax es conforme á su carácter pronto, impetuoso y lléno de fuego: por lo mismo es sucinto, pero animoso, vivo y lléno de aquella noble fiereza que le era tan natural y propia. Dirige al pronto su discurso á Ulises, diciendole: Retiremonos, como persuadido de que ya era imposible convencer á un hombre tan inflexible, impetuoso, colérico é intratable, ¡qué arte! Apenas puede admirarse lo bastante. Otros muchos discursos de Ulises se hallan en la Iliada, los mas conformes á su prudencia, astucia y prevencion en los lances mas extrechos y urgentes.

Aun los mas rígidos Censores de Homero, no pueden dexar de confesar el arte de los discursos referidos, pues Mr. de la Motta, hablando de ellos, dice asi:

Estos discursos están colocados con arte, y en un orden propio para aumentar siempre el deleyte del Lector.

Ulises habla primero; una astuta elocuencia forma el carácter de su discurso, y el espíritu se arrebata agradablemente por la eleccion de sus frases y razones. Aquiles responde con una franqueza magnánima; y el ánimo se eleva con los sentimientos del Héroe. El viejo Phenix, Ayo de Aquiles, reprehende de una manera penetrante y patética, que conmueve el corazon; y en fin, Ayax indignado del orgullo inflexible de Aquiles, rompe la conferencia con un despecho generoso, que se imprime en el alma del Lector inflamado.

Casi todas las harengas de Nestor en las asambléas y en otras diferentes ocasiones, no son menos dignas de admiracion. En la que hace para calmar el furor y enójo de Agamenón y Aquiles, en el libro I. de la Iliada, se advierte mucho arte y elocuencia. El caso es muy crítico, los personages mas recomendables del Exército por su poder y valor tienen entre si una funesta desavenencia ésta era muy perniciosa y perjudicial en aquellas circunstancias, y Nestor intenta aplacarlos con las mas vivas representaciones, haciendoles presente la alegria, que iban á causar á sus enemigos, el aprécio que otros hombres mas memorables habian hecho de sus consejos, siendo joven, y el que debian hacer ellos mismos de los que les daba siendo anciano. No es este discurso solo el que se halla de Nestor en la Iliada; pues se encuentran otros muchos, arreglados al carácter de un viejo venerable, tan prudente y experimentado, que con justa razón le llama Homero por su prudencia el mas firme antemural y apoyo de los Griegos.

Tambien me parece que debe contarse entre los razonamientos el corto discurso que hace Antilocho á Aquiles para noticiarle la muerte de su amigo Patroclo. ¡Puede verse cosa mas elocuente que este pasage! El tétrico y melancólico aspecto con que comparece delante de Aquiles, su confusion y sus ojos bañados de lágrimas , son como un exordio que habla antes que él. La prevencion primera que le hace, y la exclamacion que le subsigue, disponen á Aquies á recibir una triste é infausta noticia. Despues le anuncia la muerte de Patroclo, quién le ha muerto, el combate que hay, al rededor de su cuerpo, y que sus armas quedan en poder de los enemigos. Todo lo exprime en quatro versos, y no en vano proponen algunos este sucinto discurso como un modélo perfecto de la brevedad oratoria.

Pero ¿qué diré del discurso que el anciano Priämo hace á Aquiles suplicando le entregue el cadaver de su hijo Héctor? Para conocer y percibir todo su arte, expresion y belleza, es necesario considerar el carácter duro, violento é indocil de Aquiles. Entra afligido el respetable viejo Priämo en su tienda, se arroja á sus pies, le besa tiernamente la mano, aquella mano cruel y homicida que estaba, por decirlo asi, bañada con la preciosa sangre de un número infinito de hijos amados, ¡qué introduccion tan interesante y admirable! Aquiles se sorprehende á la vista de un espectáculo tan triste, tan patético é inopinado. Todos los que le rodean quedan poseídos de la misma sorpresa, y sumergidos en el mas profundo silencio. Entonces comienza Priämo su discurso, ¿y cómo? Recordando á Aquiles que tiene un padre tan avanzado de edad como él, y acaso tan agoviado de males, sin socorro ni apoyo en la opresion que tal vez padeceria de parte de sus convecinos. En este paralelo tan penetrante está el mayor arte de este discurso; y no puede dexar el Lector de sentir al leerlo, un placer mezclado de piedad y compasion por un padre decrépito, afligido y privado hasta del único consuelo, y último socorro que le quedaba, sí, de un hijo magnánimo y generoso, que habia derramado constantemente su sangre en defensa de su padre y de su patria. ¡Qué mucho que Aquiles siendo tan inflexible y áspero se rindiese á la ternura de este discurso: que el dulce y amado nombre de padre le arrancase las lágrimas de sus ojos: que levantase al anciano con clemencia; y que manifestase tomar parte en su justo dolor! Es necesario ver el original para percibir todo el primor de este razonamiento; pues confieso que aunque he puesto el mayor cuidado en su version, no he podido exprimirlo con toda su viveza y ternura penetrante.

Otros varios discursos de Nestor, de Ulises, de Agaménon, de Diomedes, de Héctor y de otros Héroes se hallan en este Poëma; y aunque no todos tienen el mismo arte, ni la misma elocuencia y expresion, con todo, hablando de ellos el Crítico Mr. de la Motta no puede dexar de decir:

Encuentro frecuentemente un fondo de grandeza y de patético, que aunque debilitado por muchos defectos, no dexa sin embárgo de hacerse percibir sensiblemente.

Y en otra parte añade :

El estilo dramático reyna en la Iliada oportuna é inoportunamente, y es tal su encánto, que no dexa algunas veces de adornar el Poëma, aun quando es un defecto.

Por esto puede juzgarse imparcialmente el mérito de los discursos de Homero, quando aun sus mas acérrimos contrarios no pueden dexar de concederle alguna admiracion. Lo cierto es que en casi todos los razonamientos se encuentran sostenidos los respectivos caractéres de los Héroes que hablan, que es la mayor habilidad de un Poëta, el qual nunca debe perder de vista esta esencial circunstancia, guando hace hablar ú obrar á sus Personages, modificando sus acciones y palabras, á las circunstancias en que se hallan, y pasiones que los agitan. Por lo mismo, Aquiles es siempre Aquiles, y aunque algunos condenan su carácter, porque moralmente no es bueno, no por eso dexa de serlo poéticamente; y aun el mismo la Motta sobre este punto dice:

¿Qué importa que todo lo arruine casi sin obstáculo? Siempre es cierto que se opone cada instante á la sentencia del destino, y se sacrifica generosamente por la gloria.

Fundado en el carácter de Aquiles, sacó Horacio un precepto indispensable para la Poesía, y los mejores Poetas le han seguido inconcusamente, siendo entre ellos admirable por esta razon el célebre Metastasio, que nunca se olvida de él en sus Operas ó Melodramas.

Aún me queda que tratar un punto importante, que es la instruccion que puede sacarse de la lectura de Homero; pero como considero ya á mis Lectores deseosos de entrar á examinar su Poesías, procuraré no extenderme quanto requería la materia para tratarse con la amplitud correspondiente, y solo diré algunas cosas de las mas principales, sin arreglarme al orden metódico y exacto que debería observar si la especulizase en un Tratado dirigido a este fin.

La Epopeya, dice el P. Le Bossu (13), es un discurso inventado con arte para formar las costumbres por medio de instrucciones disfrazadas, báxo las alegorías de una accion importante referida en verso, de modo que sea verosímil, deleytable y maravillosa. Pero de los principios de Aristóteles saca el Benio otra definicion al parecer mas adaptada á la esencia del Poëma Epico. La Epopeya, dice, es imitacion de una accion ilustre, perfecta y de justa grandeza, hecha en verso heroyco, por via de narracion Dramática; de modo, que cause grande admiracion y deleyte, y al mismo tiempo instruya á los que mandan y gobiernan en lo que conduce para las buenas costumbres, y para hacer una vida feliz, y los anime y estimúle á las mas excelentes virtudes y esclarecidas hazañas. Segun estas juiciosas definiciones, veamos, además de lo que ya he dicho, si Homero observa esta regla respectivamente á la instruccion.

En tiempo que florecia Homero (siguiendo casi literalmente lo que dice nuestro D. Ignacio de Luzán (14), estaba la Grecia dividida en pequeñas Republicas y Ciudades libres é independentes, y se gobernaba cada una por sus respectivas leyes. Pero frecuentemente estas mismas Republicas y Pueblos libres, se veían precisados á formar una confederacion ó cuerpo, y á unir todas sus fuerzas en defensa de sus leyes y libertad contra los que intentaban insultarlos, oprimirlos y hacerles guerra. En esta suposicion Homero, dotado seguramente de un talento poético admirable, intentó dar á todos los Pueblos de la Grecia una utilísima instruccion para semejantes casos, eligiendo de la guerra Troyana el asunto de su Poëma. Consideró, pues, con razon que la causa principal de tener bueno ó mal éxito las empresas de un Exército de muchos príncipes y Pueblos confederados, era la union ó desunion de los Capitanes, y la obediencia ó inobediencia de todos al Xefe principal, que como cabeza superior del Exército los debia mandar y regir, para evitar los graves inconvenientes, que naturalmente se originarían en un Exército, cuyos Soldados solo obedeciesen á sus respectivos Xefes, sin que estos tuviesen subordinacion á un General, báxo cuyas ordenes se hiciesen todas las funciones de la guerra: de tal consideracion sacó esta máxima moral:

Que la discordia de los Xefes, y la inobediencia de los inferiores por sus particulares conveniencias y pasiones, causa daños gravísimos al bien Público, y ataja todos los progresos de una confederacion; y al contrario la concordia, la union, la obediencia y subordinacion remedia todos estos daños, y produce los mas felices sucesos.
.
De cuya máxima se sirvió como de cimiento para formar su Iliada, agregando otras instrucciones no menos utiles, segun le proporcionan los episodios que introduce para exórnacíon de la accion principal; y por consiguiente la consideracion de los infinitos males que padecieron los Griegos por una discordia particular, es la leccion mas util é interesante para aquellos á quienes el Soberano confin la direccion y mándo de sus Exércitos para la defensa de sus Reynos y Estados.

Las costumbres antiguas que usaban los Príncipes y Reyes, la sencilléz y la modestia, que eran el felíz carácter de aquellos primeros siglos, nos deben inspirar ódio al luxo y fausto que se han introducido entre nosotros, é infectado las Cortes de los Grandes; mas dañosos para los Reynos, segun dice Juvenal (15), que las guerras y las armas.

Las respetuosas ceremonias, y exactitud de sus sacrificios, en los que se halla bastante conformidad con los prescriptos por Dios en los Libros Santos, nos enseñan á practicar los que exige la Religion Christiana de sus Fieles sequaces, con zelo, con piedad y devocion. Asi como vemos que en todas sus empresas, casos extremos é infelicidades, recurrian los Paganos á implorar humildemente el socorro, proteccion y amparo de sus Dioses, con libaciones, ruegos y sacrificios; del mismo modo debernos nosotros implorar los auxilios del soberano y verdadero Dios que veneramos, guando nos veamos en semejantes ocasiones, extremos y peligros.

Tambien se verá que estos Gentiles observaban ciertas ceremonias en sus festines y convites, guardando en la colocacion de los que asistian á ellos el orden mas exacto, y la debida preferencia segun su dignidad, su valor y su virtud. Estas distinciones se reconoce en Homero, que excitaban á los hombres á ser magnánimos y virtuosos, ¿y quién dudará que el mayor aliciente para el hombre es el premio y la recompensa? El mérito se aumenta con el premio, pues la gloria de llegar á conseguirlo, inflama el corazon humano, y le anima á las grandes acciones.

Por lo respectivo á las guerras, asedios y combates, puede sacarse de la lectura de Homero una extensa instruccion. Alexandro, segun dice Plutarco en su vida, estimó tanto sus Poesías, que las copió por sí mismo, y las ponía todas las noches debaxo de su almohada, junto con su espada, no solo por el simple placer de leerlas, sino como él mismo confesaba, porque hallaba en ellas tan excelentes preceptos para la guerra, que le enseñaban el modo de conducirse en ella. El intrépido ardor de los Xefes, el modo de animar los Soldados á los combates, el arréglo con que entraban en ellos, las precauciones que tomaban en los lances mas urgentes, y todo quanto Homero dice sobre esta materia, infunden magnanimidad y valor, y manifiestan su mucha instruccion é inteligencia.

En quánto á las costumbres y obligaciones de la vida civil, la preferencia que da Horacio (como ya hemos dicho) á las Poesías de Homero, sobre los Libros de los mas excelentes Filósofos, nos indica quánto fruto se puede sacar de las máximas morales y admirables que se hallan sembradas en todas las partes de sus dos Poëmas, en lo que ciertamente excede la Ulisea, aunque no tiene tanto fuego ni viveza, como la Iliada (16).

Tambien enseña el respeto que debe tenerse á Dios, por el que erradamente, y por deplorables supersticiones tenian los Paganos á sus Dioses; y sobre esto es admirable, y tiene mucha viveza lo que dice Dione hablando de Diomédes en la Iliada , lib. V. v. 406.

El respeto á los Reyes lo enseña Homero con unas ideas grandes y nobles en dos palabrás: Su dignidad les viene de Júpiter (17); y mas adelante, Júpiter mismo es el que da á los Reyes el cetro, y los hace depositarios de las leyes para gobernar los pueblos. Esto manifiesta quan sacras, veneradas é inviolables deben ser la magestad y la persona de los Reyes: que resistir á su autoridad, es resistir á la de Dios; y que asi como su poder emana unicamente de Dios, solo Dios puede quitarselo. ¡Admirables máximas! ¡ideas sublimes y magníficas! Estas y otras muchas que se hallan en Homero, respectivas á la veneracion que se debe tener á los Reyes, y conformes á lo que dice San Pablo (18), prueban evidentemente que este Poéta tenia conocimiento, aunque confuso, de estas verdades.

No es menos digno de notarse el modo con que nos instruye del respeto debido á los padres y á las madres. Iliad. lib.IX. v. 453. 457. &c. 561. 568. Las horribles imprecaciones de los padres y las madres contra los hijos que les han faltado á la veneracion y respeto, consternan y asustan; y se ve que los Dioses envian las Furias vengadoras, para castigar un crimen tan abominable. ¡Qué instruccion para los hijos ingratos é inhumanos, es ver el horror que causaba entre los Gentiles un delito tan enorme y detestable, sin embargo de que no tenian el verdadero conocimiento de las anathemas y castigos con que Dios amenaza á los que faltan impiamente á este primer vinculo y grito de la naturaleza!

¡Qué cosa mas admirable que las máximas extendidas en sus Poëmas sobre la hospitalidad, con respecto á los extrangeros y á los pobres! Esta virtud tan conforme á la humanidad, debe avergonzar á los Christianos, entre los quales casi ya no existe sino un vestigio de aquella que antiguamente practicaban los Paganos con tanta nobleza, religiosidad, amor y generosidad, y que recomienda á los fieles la Sagrada Escritura, tanto en el viejo, como en el nuevo Testamento. La idea que tenian de ue la pobreza viene de Dios, les hacía respetarla y ampararla. Los Reyes mismos trataban á los pobres con la mayor caridad, y no se desdeñaban de recibirlos en sus casas, y darles hospitalidad, como mas bien puede verse en la Ulisea, lib. I. v. 103. 121. lib. VI. v. 206. XVI. v. 41. 45. VIII. v. 546. y aun con mas expresion lib. XIV. v. 51. 61. cuyas máximas caritativas se hallan tambien en la Iliada. Confundanse los grandes y ricos orgullosos é inhumanos, que se atreven á llamarse Christianos, y vengan á aprehender con rubor á la escuela de los Gentiles, á ser accesibles, humanos y benéficos.

Tambien se hallan explicadas en diferentes partes las qualidades de un buen Príncipe, entre ellas el amor á la piedad, rectitud y justicia, que son los mas seguros medios de hacer felices los Estados, de vér reynar la abundancia, la fecundidad, la paz y buen orden, efectos de un gobierno equitativo y justo: la prudencia y sabiduría, esta virtud tan necesaria á los Príncipes: la sinceridad, buena fé y verdad tan recomendables en los que han nacido para mandar á los demás hombres, y servirles de exemplo: la dulzura que retiene en un Príncpe los ímpetus de la ira, y no intimída al suplicante infeliz y miserable, antes le anima para llegar á exponerle su necesidad, é implorar su auxilio y ampáro: la docilidad que le hace no desdeñarse de tomar conseja, que mire sin afeccion sus propios pareceres, quando le manifiestan otros mejores, y que los siga sin rubor, ni mortificar su amor propio: la vigilancia en cuidar de su rebaño como Pastor, del Pueblo, que asi le llama Homero, cuya qualidad le proporciona el interno é inalterable placer de hacer felices á los que viven báxo su imperio: estas y otras muchas qualidades de que debe estár adornado un buen Príncipe, se encuentran admirablemente sembradas en los dos Poëmas de este célebre Poëta.

Aun con respecto á la religion Pagana se descubren en ellos unas ideas muy conformes á las verdades que nos enseña nuestra santa Fé Católica. A pesar de la multitud monstruosa de los Dioses que se hallan en Homero, se vé claramente, que este Poëta reconocia un soberano Dios, superior á los demás Dioses, á quien dá el nombre de Júpiter, el qual lo gobierna todo como supremo Señor de infinito poder y autoridad sobre los demás Inmortales, y con una sola palabra puede precipitarlos á todos desde el Cielo al fondo del Tártaro, tenebroso, segun dice en la Iliada libro VIII. v. 13. quando los llama á una asambléa, y en otras diferentes partes. No menos se advierte que estaba persuadido de que una Providencia divina preside á todo, y arregla aun los mas pequeños acontecimientos, lo que no podia ser efecto sino de una tradicion tan antigua como el mundo, originada de la revelacion: aunque no siempre sostiene estos sentimientos, ni piensa del todo bien en este punto, pues su Júpiter no es capáz de una atencion continua, ni de ver todo quanto pasa, como se nota en la Iliada lib. XIII. quando Neptuno se aprovecha para ayudar y proteger á los Griegos de un momento favorable en que Júpiter habia apartado su vista de los Troyanos: quando Juno encontró el medio de adormecerle (lib. XIV.), para poder excitar una tempestad contra Hércules durante su sueño; y asi en otras ocasiones. Creía igualmente, que de Dios vienen todos los bienes, los talentos, las desgracias, los sucesos y las tribulaciones de los hombres, cuya verdad tan fundamental en la Religion, brilla por todas partes en Homero de un modo que no puede dexar de admirarnos; y finalente, se conoce cine la inmortalidad del alma era en su tiempo una opinion universal, dominante y antigua, como puede bastar para prueba incontrastable la baxada de Ulises á los Infiernos; y que además estaban persuadidos los Paganos de que las virtudes tenian en la otra vida su debida recompensa, y los delitos y maldades su castigo eterno, como dice en la Ulisea lib. XL v.567. &c. quando representa á Minos juzgando á los muertos, y en la Iliada lib. III. v. 279.. y lib. VIII. v. 13. i 6. &c. Si estos hombres que caminaban erradamente y á ciegas, sin ser iluminados de la antorcha de la revelacion, ni conocer los fundamentos incontrastables del Christianismo y creían estas verdades infalibles, y les servian de estímulos para obrar bien, y aborrecer la iniquidad y el vicio, ¡qué disculpa podrán tener de su locura y ceguedad los impíos é incrédulos que cierran los ojos á su soberana y clara luz, y viven deplorablemente alucinados, solo por saciar sus criminales pasiones!

Otros diferentes documentos podrán sacarse de la lectura de Homero; pero su explicacion requería una prolixidad que temo fatigaría demasiado á mis Lectores; y por lo mismo omito pasar delante, pareciendome suficiente lo que llevo ya dicho en este particular.

No he formado este Discurso Preliminar, ni trazado este bosquexo de las Poesías de Homero, y particularmente de la Iiiada como mi principal objeto, guiado por mi propio dictamen; sino por lo que han escrito muchos hombres sabios ó instruídos en la materia, tanto antiguos, como modernos; pues querer yo añadir cosas nuevas sobre este Poëta, sería casi imposible, quando, como he indicado, apenas puede leerseelo que ya está escrito. Mi fin no ha sido otro que el dé dar una idéa de este Poëma, á los que no la tengan formada, reuniendo aquellas opiniones que me han parecido mas imparciales y sólidas. Si he acertado á lograr este objeto con mi trabajo, quedaré enteramente contento y satisfecho ; y si mis sabios Lectores, hechos cargo de lo dificil de la empresa, disimulan los defectos de esta traduccion, no menos quedaré agradecido á su bondad.


Notas del autor

(1) Flunc nemo in magnis sublimitate, in parvis proprietate superaverit. Idem lactas ac pressus, jucundus & gravis, tum copia, tum brevitate mirabilis. Quint. lib. 10. cap. 1.
(2) Tambien dice hablando de Virgilio: titar verbis iisdem, quae ex Afro juvenis accepi: qui mibi interroganti, quem Homero crederet maximé accedere; secundas, inquit est Virgilius, propior tamen primo quam tertio. Ibid. Despues de estas palabras, forma en pocas lineas el juicio, á mi parecer, mas exácto del carácter respectivo de estos dos grandes Poetas, reconociendo en Homero mas genio y naturalidad, y en Virgilio mas arte y estudio.
(3) Epis. lib. I.
(4) El R. P. le Bossu tratado del Poma Epico, lib.5. cap. 1.
(5) Grot. in Daniel X, 21.
(6) Strabón refiere estas palabras en su lib. 8. sin nombrar el Autor de ellas.
(7) V el R. P. le Bossu, lib.5. cap. 1.1.
(8) Paralipom. VI, 19.
(9) Vol. II. pág. 56. cap. XXVI. pág. 452.
(10) 2. Paralipom. XVIII. 19. 20. 21.
(11) Sobre este punto ha sido Homero sangrientamente reprehendido. y criticado. Yo no estoy muy acorde con Madama Dacier en el paralelo que hace de este pasage con el exemplo de la Sagrada Escritura. Mr. Terrasson no solo lo reprueba (Disert. Crít. tom. 2. p. 3. sec. z. cap. 2. attic. 1. pag. 21 y siguientes), sino que manifiesta ser un escandalo abusar de los exemplos sagrados para defender los absurdos de los Autores Paganos. Mr. Bitaubé, no contento del sentido alegórico con qué algunos interpretan este pasage, dice: En caso de que fuese absolutamente necesario conciliar aqui la ficcson con la moral, faltaría exáminar si un Poeta puede emplear una máquina que ofenda la idea de la Divinidad. Lo cierto es, que de qualquier modo que se quiera entender este pasage, no hay duda que Júpiter manda al Sueño que engañe á Agamenón, ofreciendole lo que no habia de verificarse. A mí me parece que solo puede salvar á Homero alguna cosa el no tener una idea perfecta de la Divinidad, como nosotros, y el que en aquellos tiempos creían que los Sueños venian de Dios (como dice en la Iiiada Lib. 1. v. 63.). Sobre este supuesto me parece debe hacerse una reflexion: Homero quiere referir un sueño engañoso (como regularmente le son todos) que tuvo Agamenón; é inflamada su imaginacion con la creencia de que los sueños venian de Júpiter, no se contenta con decir simplemente: Soñó Agamenon tal cosa, sino que para hacer la imagen mas sensible y poética, dice que Júpiter llamó al Sueño, y que le mandó ir á la tienda de Agamenón, &c. y esto, segun yo juzgo, no es otra cosa sino pintar el modo con que creía que soñaban los hombres, no por desvaríos de la imaginacion dormida, sino por inspiracion de Dios. Es cierto que la idea que representa aqui es ofensiva á la Divinidad ; pero ¿quien pretenderá exigir de un Pagano un conocimiento tan perfecto de Dios, como el que nosotros tenemos? Sin embargo, juzguen los Críticos como quieran sobre este pasage, pues no salgo fiador de Homero en esta parte, y solo digo esto para manifestar, que tal vez no es un defecto clásico en un Poëta Gentil, lleno de supersticiones, lo que sería un absurdo reprehensible en un Christiano, que por las luces de la Fé y antorcha de la revelacion, tiene un perfecto conocimiento de la Divinidad, y está cierto de que Dios ni puede engañarse, ni engañarnos.
(12) Traditum est Homerum coecum fuisse: At ejus picturam non poesim videmus. Quae regio, quae ora, quae species form , quae pugna, qui motos bominu , qui ferarum , non ita expictus est , ut, quae ipse non viderit, nos ut videremus , effecerit ? Cic. Tusc. quaest. lib. 5. n. 114.
(13) Poém. Epic. lib. I. cap. 3.
(14) La Poética, lib. 4. cap. 111 pág. 440 y 441.
(15) ..... Saevior Armis Luxuria incubuit victumque ulciscitur orbem.
(16) Longino en su Tratado de Sublime, cap. 7. compara á Homero con el Sol quando se pone , que tiene siempre la misma grandeza, pero no tanto ardor ni fuerza. Esto es por qué se dice que compuso la lliada siendo joven, y la Ulisea ya viejo.
(17) Iliad. Lib. II. v. 197.
(18) Que toda persona esté sumisa á las potestades superiores; porque no hay potestad que no venga de Dios, y es el que ha dado las que hay en la tierra. Por esta razon el que se opone á las potestades resiste á la orden de Dios, y los que resisten á ella atraen la condenacion sobre sí mismos. Rom. 13. 1. 2.
FUENTE
(Or) La Ilíada de Homero, traducida del griego en verso endecasílabo castellano por D. Ignacio García Malo, vol. I, Madrid: por Pantaleón Aznar, 1788.
Derechos de autor Dos 'discursos' de traductores de la Ilíada (ss. XVIII-XIX)