El elogio de la traducción de Madame de Staël Revista de literatura i traducció A Journal of Literature & Translation Revista de literatura y traducción Saltana
INTRODUCCIÓN
Anne-Louise Germaine Necker, hija del célebre banquero ginebrino de Luis XVI Jacques Necker, baronesa de Staël-Holstein y más conocida como Germaine de Staël o Madame de Staël, desempeñó un importante papel en la introducción en Francia de las ideas y la literatura alemanas; fue, asimismo, una de las grandes propagandistas de la naciente causa de los derechos de las mujeres y una influyente figura en la transición de la Ilustración al primer Romanticismo.

Nacida en París en 1766, recibió una exigente educación por parte de su madre, Suzanne Cuchord, y conoció en el salón de ésta a las grandes figuras intelectuales de la época: Edward Gibbon, Jean D'Alembert, Denis Diderot, Georges Buffon, Nicolas de Chamfort, Melchior Grimm, entre muchos otros. En 1786 contrajo matrimonio con el embajador sueco en Francia, el barón Erik de Staël-Holbstein, de quien se separaría formalmente en 1797. Madame de Staël adquirió notoriedad como escritora con el libro Lettres sur les ouvrages et le caractère de Jean-Jacques Rousseau (1788), una mezcla de defensa rousseauniana del amor como principio rector en la vida y de constitucionalismo montesquieuiano, aunque antes ya había escrito varias obras literarias, todavía inéditas o que pasaron desapercibidas. Entre otras, el drama en verso Sophie, ou les sentiments secrets, impreso en 1786; una tragedia que no se publicaría hasta 1790, Jane Gray, inspirada en la obra homónima del dramaturgo inglés Nicholas Rowe; y las novelas cortas Pauline —imitación de la Clarissa de Samuel Richardson—, Mirza y Adélaïde et Théodore, que aparecerían en 1795.

Al estallar la revolución, se involucró en las luchas de la vida política en apoyo de las tesis girondinas, y su salón se convirtió en uno de los grandes centros de influencia política y literaria de París. Con la llegada del Terror (1793), la posición diplomática de su marido no bastó para garantizar su seguridad y su proximidad con los partidarios de la monarquía constitucional la llevó a huir Gran Bretaña y a retirarse la propiedad familiar en Coppet, cerca de Ginebra (1794), donde volvería a reunir a muchos emigrados e intelectuales influyentes. Su vida estaría marcada a partir de entonces por el exilio, los viajes por Europa y los regresos a París. Publicó de forma anónima el panfleto Réflexions sur le procès de la reine par une femme (1793), una defensa de María Antonieta como mujer y un alegato contra la situación de las mujeres. En Lausana conoció a Benjamin Constant, con quien mantendría una intensa relación durante los siguientes catorce años y quien la animó a leer las obras de los escritores contemporáneos alemanes y, en especial, de los hermanos Schlegel. De vuelta en París, tras la caída de Robespierre, su salón se convirtió de nuevo en un centro de la vida intelectual, y publicó un volumen con varias novelas cortas, Recueil de morceaux détachés (1795), precedidas de un ensayo crítico donde legitimaba la novela como género y postulaba que la imaginación era la fuerza motriz de la ficción literaria, ensayo que suscitó el interés de Goethe, quien lo tradujo al alemán y lo publicó en la revista Die Horen en 1796. A este volumen le siguió otro ensayo más extenso, De l'influence des passions sur le bonheur des individus et des nations, un examen de los efectos de las pasiones positivas y las destructivas sobre la identidad y la autonomía individuales, fuertemente influenciado por su diálogo con Constant.

En 1798, conoció a Napoleón, en quien vio en un principio al salvador de de Francia; sin embargo, tras el golpe de Estado del 18 de brumario y la caída del Directorio, se distanció de él y no dejó de atacarlo. Al parecer, él la tildó de «ideóloga» —en alusión despectiva al grupo de filósofos reunidos en torno a Destutt de Tracy, quien había acuñado el término— y ella replicó tachándolo de «ideófobo». Con el agotamiento del ciclo revolucionario, sus ideas liberales y su cosmopolitismo resultaron cada vez más incómodos. Al futuro emperador, que aspiraba a una literatura servicial con el poder, le desagradó profundamente el tratado De la littérature considérée dans ses rapports avec les institutions sociales (1800), una obra capital en el nacimiento de la moderna historia literaria. A la luz de la teoría de la perfectibilidad de Condorcet, en el libro analizaba la interrelación de la literatura con la vida social, religiosa y política desde la Antigüedad hasta el presente, y argumentaba que las nuevas costumbres republicanas y la influencia extranjera eran imprescindibles para el progreso de las letras francesas. Según Staël, la experiencia de la revolución había supuesto una transformación en las condiciones de producción de la literatura, que ya no podía obedecer al gusto de los privilegiados ni al clasicismo todavía dominante, sino que debía reflejar la situación del individuo dentro de la sociedad moderna, de manera que retratara personalidades y sentimientos concretos, y enseñara al hombre sobre sí mismo y las relaciones con sus iguales y la colectividad. Para regenerarse, la literatura francesa debía estar al servicio de la libertad política forjada en 1789, y abrirse en su concepción y sus formas a las literaturas foráneas alejadas de la imitación de los antiguos, esto es, anteponer Shakespeare y los nuevos escritores alemanes a Homero y Virgilio.

La novela epistolar Delphine (1802), la vida de una joven hermosa e inteligente que es víctima de una sociedad represiva, fue en parte una transposición de ideas expuestas en De la littérature. El éxito de Delphine la convertiría definitivamente en una escritora célebre y concitaría las iras de Napoleón por su denuncia de la falta de libertad de las mujeres para decidir sobre su propio destino y su vindicación del divorcio —institución introducida en 1792, que el entonces cónsul vitalicio consideraba suprimir—, así como sus críticas al despotismo y su elogio del libre examen protestante y la tolerancia religiosa. En 1804 tuvo que partir a un nuevo exilio, narrado en su obra póstuma Dix ans d'exil (1818). Durante esos años, visitó Weimar, Berlín y Viena; entabló una relación de amistad con Goethe, Schiller, Wieland y otros escritores alemanes. También visitó Italia, Rusia, Finlandia, Suecia y Gran Bretaña. En Italia halló la inspiración para la segunda de sus novelas, Corinne ou l'Italie (1807), nueva vida de una mujer víctima de las restricciones sociales y, al mismo tiempo, guía introductoria del país transalpino. Fue también en este periodo que floreció lo que después se conocería como el «grupo de Coppet», que tuvo como centro las reuniones que organizaba en el salón de su propiedad ginebrina y en el que participaron eminentes personalidades de la época. Además de Benjamin Constant y August Schlegel —que fue preceptor de uno de sus hijos—, gravitaron en torno a Coppet, entre otros, el historiador y economista Jean de Sismondi, y el literato y filósofo Charles de Bonstetten, ambos suizos; el poeta y botánico francoalemán Adelbert von Chamisso; Charles de Villers, introductor de Kant en Francia; el historiador Prosper de Barante; el ginebrino Paul-Henri Mallet, estudioso de la cultura escandinava; el hermano de August, Friedrich Schlegel; Madame Récamier; los linguistas Wilhelm von Humboldt y Joseph-Marie de Gérando; y el poeta y dramaturgo danés Adam Oehlenschläger.

En 1810 terminó el ensayo crítico De l’Allemagne, fruto de sus vastas lecturas y de los intercambios personales y epistolares derivados de sus viajes. El libro ofrecía una suerte de compendio de la historia, la sociedad y la cultura alemanas en cuatro partes —la nación y sus costumbres, la literatura y las artes, la filosofía y la ética, y la religion y el entusiasmo— y puede considerarse tanto un manifiesto a favor de los incipientes ideales románticos como un desafio a la hegemonía napoleónica. No sólo anticipaba el surgimiento de un estado-nación alemán, sino que esbozaba un mapa político-cultural de Europa contrario a cuánto practicaba o promovía Napoleón: expansionismo territorial, tiranía, retorno a la moral católica, gusto neoclásico. La reacción de éste fue fulminante. Su ministro de Policía, Sávary, intentó confiscar el manuscrito, ordenó destruir los 5.000 ejemplares que ya se habían impreso en París y prohibió el libro (y cualquier futura publicación de la autora) por «antifrancés». Acosada por la policia napoleónica, Madame de Staël huyó de Coppet en 1811 tras casarse en secreto con un joven oficial suizo, Albert de Rocca, y cruzó el Imperio austriaco y Rusia para refugiarse primero en Estocolmo y luego en Londres. El libro terminaría por publicarse igualmente en esta ciudad en francés y en traducción inglesa, y tuvo una recepción entusiasta que se prolongaría a lo largo del siglo XIX. Goethe dejaría escrito que «fue el potente instrumento que abrió la primera brecha en la muralla china de antiguos prejuicios que se había erigido entre nosotros y Francia». Sólo en el país galo, se reeditaría 25 veces entre 1813 y 1883.

Fue a través De l'Allemagne que el término romantique se popularizó en Francia y luego en otros países no germanófonos. Siguiendo la oposición entre romantisch y antik/klassik que habían empezado a emplear los hermanos Schlegel, el libro distinguía dos tipos de literaturas: la «romántica» y libre de los países del norte de Europa, enraizada en los trobadores medievales, y la «clásica» y formal de los países meridionales, enraizada en los modelos de la Antigüedad. Aunque ya había planteado esta distinción entre la literatura nórdica y la meridional en De la littérature, en De l'Allemagne ofrecía un extenso cuerpo textual para apoyarla, formado por traducciones, paráfrasis y resumenes al francés de las numerosas obras mencionadas. Este cuerpo textual abarcaba la poesía, el teatro y la novela, casi a modo de antología comentada, y desempeñaría un papel fundamental en la circulación de la literatura alemana en Francia. El florilegio que presentó de siete poetas (Goethe, Schiller, Wieland, Klopstock, Bürger, Voss y Auguste Schlegel), por ejemplo, tendría una notable influencia en la joven generación de poetas franceses, y las estrategias de reescritura que adoptó en las largas sinopsis y traducciones de pasajes de obras teatrales de Goethe, Schiller y otros revelan un deliberado esfuerzo para adaptarlas, no sin distorsiones, a la sensibilidad del público francés.

La refinada educación políglota de Madame de Staël, que incluyó el latín, el griego, el inglés y el francés, facilitó su relación con la traducción. Su primer matrimonio la llevó a aprender sueco y en 1800 escribía a Goethe que había empezado a estudiar alemán con el fin de leer de primera mano la literatura y el pensamiento germanos. Este poliglotismo es particularmente visible en Corinne, donde se sirve del artificio narrativo de combinar en algunos momentos el francés, el italiano y el inglés en consonancia con las lenguas de los personajes y mediante mises en abyme de diversos textos, como Romeo y Julieta de Shakespeare. Por otra parte, su prolongada práctica traductora —que testimonian las traducciones de De l'Allemagne, las recopiladas de manera póstuma en sus obras completas y otras publicadas de manera dispersa en sus libros o que figuran en su correspondencia, sobre todo de poesía— no puede separarse de su inserción en un medio intelectual asimismo políglota, donde la traducción constituyó una actividad común, estrechamente conectada con la búsqueda de nuevas convenciones estéticas y literarias. Las contribuciones realizadas en este ámbito por el grupo de Coppet implicaron que docenas de obras en otras lenguas se hicieran accesibles al publico francés o alemán. Sólo hay que recordar las traducciones realizadas por August Schlegel de Shakespeare y Calderón o la versión libre en verso que hizo Constant de Wallenstein de Schiller.

No es extraño, pues, que la traducción fuera el principal tema del ensayo que remitió a La Biblioteca italiana por invitación de su director, Giusseppe Acerbi, muy conocido en la época por un libro sobre su viaje a los países escandinavos y al cabo Norte, donde había compilado información sobre las culturas finesa y lapona. De l’esprit des traductions se publicó a principios de 1816 en el primer número de la revista con el título de Sulla maniera e la utilità delle traduzione, en traducción del escritor Pietro Giordani. Su exhortación a los italianos para que abandonaran el ensimismamiento y se enriquecieran con la aportación de grandes obras foráneas mediante el ejercicio de la traducción suscitó una enorme polémica en Italia y marcó el inicio del Romanticismo en dicho país. La polémica entre clasicistas y románticos italianos se prolongó durante varios años. El propio Giordani, un ferviente partidario de la supremacía de los autores clásicos y de un «gusto italiano» heredero del grecolatino, publicó en el siguiente número de la revista una «Lettera di un italiano sul discorso di madama Di Stael», réplica en la que atacaba las ideas de progreso en las artes y de superioridad de la literatura nórdica, aunque matizaría su postura un año más tarde impresionado por la experiencia de leer a Shakespeare. Un joven Giacomo Leopardi sostendría un punto de vista similar al de su amigo y confidente Giordani en su Discorso di un italiano intorno alla poesia romantica, publicado en 1818, que era en realidad una adaptación de otras dos cartas de réplica al ensayo de Staël rechazadas por Acerbi.

De l'esprit de traductions fue uno de los últimos escritos que Madame de Staël publicó en vida. Tres años antes, en 1813, había regresado a París tras la caída de Napoleón y no había tardado en decepcionarse del régimen implantado por la Restauración, al tiempo que participaba en la causa por la abolición de la esclavitud y prologaba la traducción francesa de un ensayo de William Wilbeforce. Asimismo, escribió una historia de la Revolución donde reivindicaba a moderados y girondinos en los años anteriores al Terror, Considérations sur les principaux événements de la Révolution française, que ya no vería impresa. Redactó la colaboración para La Biblioteca italiana durante un breve viaje a Italia en 1815 motivado por la tuberculosis que sufría su segundo marido. En 1817, en el transcurso de un baile, sufrió un derrame cerebral que la dejó inválida. Murió mientras dormía, el 14 de julio de ese año. (T)
M. de Staël se encuentra con Napoleón, grabado de la biografía popular de Napoleón de Émile Marco de Saint-Hilaire, 1843
Pietro Giordani,
colaborador de La Biblioteca italiana y autor, entre otros textos, de un panegírico al escultor neoclásico Antonio Canova
OBRA | ŒUVRE
DEL ESPÍRITU DE LAS TRADUCCIONES
FUENTE | SOURCE
(Or) De l'esprit des traductions, en Oeuvres complètes de Madame la Baronne de Staël, publiées par son fils, tomo XVII, Paris: Treuttel et Würtz, 1821, pp. 387-399.
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La Biblioteca italiana, ossia Giornale di Letteratura, Scienze ed Arti, compilato di una società di litterati, Tomo I, Anno Primo, Milano, 1816. L'Emeroteca Digitale, Biblioteca Nazionale Braidense.
Simone BALAYÉ, «Comment peut-on être Madame de Staël? Une femme dans l'institution littéraire», Romantisme, t. XXII, n° 77, 1992, pp. 15-23. Persée, portal de revues en sciences humaines et sociales.
Jane Elisabeth WILHELM, «La traduction, principe de perfectibilité, chez Mme de Staël», Meta, Volume 49, numéro 3, septembre 2004, pp. 692-705.
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